La danza española reivindica su historia en el Palacio de Longoria
La SGAE abre las puertas de su sede madrileña para albergar una muestra que recoge los últimos 125 años del baile sobre las tablas
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Para abordar la historia de la danza en España en los últimos 125 años hay que reparar en la visita que los Ballets Russes hicieron en 1916. Era la primera vez que pisaban estas tierras, pero serviría (sumado a las sucesivas giras de los años 20 y 30) «para la renovación de los lenguajes y las fórmulas de la danza española», asegura Idoia Murga Castro, del Instituto de Historia del CSIC.
Aquella evocación de los imaginarios nacionales desde la vanguardia que representaba la compañía de Sergéi Diághilev fue pronto emulada por coreógrafos e intérpretes españoles, entre ellos Antonia Mercé «la Argentina», «cuyos Ballets Espagnols llevaron a los escenarios foráneos un repertorio de obras que incluyeron El amor brujo, El fandango del candil y Triana», continúa Murga Castro sobre una bailarina que «impulsó la danza estilizada, el lenguaje que integró los legados boleros, los bailes populares y el flamenco con las corrientes modernas».
A ella, a «la Argentina», pertenece La corrida que rescataba María Cabrera en la sede madrileña de la SGAE (Palacio de Longoria). Era la guinda que la Sociedad tenía para cerrar la presentación de «¿Bailamos? 125 años de la danza en España», un recorrido por las principales figuras nacionales a través de trajes, partituras, pinturas, anotaciones, cartas, fotografías, figurines y todo tipo de materiales relacionados con estas representaciones. También obras de artistas como Joan Miró, Antonio Tàpies, Antonio Saura y Salvador Dalí. Algunos de ellos, «objetos personales inéditos que no se han visto antes», como los cedidos por los familiares de Pastora Imperio (un mantón de manila y un abanico), aseguran las dos responsables de la muestra, Maribel Sausor (comisaria y jefa de Actividades Complementarias de SGAE) e Ibis Albizu (asesora de la exposición, doctora en Filosofía, profesora e investigadora).
Danza desde Mercé, Rafael de Córdova o Carmen Amaya a Rocío Molina, Luz Arcas Itziar Mendizabal. Los pasillos del Palacio de Longoria se transforman en un espacio expositivo en el que se van salpicando el vestuario de decenas de funciones, «el gran aliado de coreógrafos y bailarines», apunta Albizu: del vestido de Mariemma para La montañesa de Campóo al traje de María Araújo en El amor brujo que coreografió Víctor Ullate o la ropa que portó Jesús Carmona en Impetu’s. O «joyas», en boca de la comisaria, como el vestido que llevó Carmen Amaya en la cinta Los amores de un torero (José Díaz Morales, 1945), donde, según la rumorología de la época, la chaquetilla bolera que lo complementa fue un regalo de Franklin D. Roosvelt, presidente de EE UU.
Destacable es el espacio que se dedica a Antonio Gades, el gran «revolucionario» de la danza española con sus ballets narrativos a través de los que contaba historias», señala Albizu.
Para la asesora, la llamada de Sausor le asomó a un abismo en el que es «imposible que estén todas las personas que lo merecen», por lo que ha optado por «una exposición panorámica y divulgativa a la vez que rigurosa», explica. «Pero la danza española es plural» y abarca flamenco, escuela bolera, ballet clásico, «performance» y danza contemporánea.
- Dónde: Palacio de Longoria (SGAE), Madrid. Cuándo: hasta el 30 de abril (de 16 a 21 h.). Cuánto: entrada libre.