Teatro

«Forever»: “La vida casi nunca es lo que soñamos”

La reconocida compañía vasca Kulunka llega al teatro María Guerrero de CDN con su nuevo espectáculo de máscaras, una historia familiar que combina ternura y crudeza, pero también ironía y humor

"Forever": "La vida casi nunca es lo que soñamos”
"Forever": "La vida casi nunca es lo que soñamos”Teatro maría Guerrero

Kulunka es una compañía muy particular y de larga trayectoria, “André y Dorine”, “Solitudes”, “Quitamiedos”… “trece años después, seguimos a vueltas con las máscaras, que tienen algo de adictivo”, explican. Ellos apostaron “por un tipo de lenguaje muy específico a través de la máscara haciendo una dramaturgia de gran riesgo y de síntesis, quitándose dos elementos esenciales en el teatro, la palabra y la expresión facial para contar historias, con lo que esto supone de reto y también de fuerza poética”, asegura Alfredo Sanzol. Después de cinco espectáculos, más de 1000 funciones y del abrumador éxito por 30 países, Kulunka presenta “Forever”, que fue estrenado en Bilbao en enero y ahora llega al Teatro María Guerrero del CDN con la dirección Iñaki Rikarte y la dramaturgia de Edu Cárcamo, José Dault, Garbiñe Insausti, creadora de las máscaras, y el mismo Rikarte.

“Es un hito que un sitio como el María Guerrero apueste por el teatro de máscaras y pueda estar cinco semanas en cartel, un tipo de teatro que, desgraciadamente, todavía arrastra ciertos prejuicios porque se considera menor o exclusivamente para niños, pero esta función es para público adulto y joven a partir de 14 años”, declara Iñaki Rikarte. Con “Forever”, Kulunka vuelve a la familia, “seguramente, porque el mundo entero se puede condensar en las relaciones familiares, y porque, dadas las características del lenguaje que utilizamos, partir de contextos reconocibles para el espectador ahorra explicaciones”, afirman. Esta nueva propuesta indaga en las relaciones de una pareja con un hijo deseado, cuidado y amado, cuya situación se complica durante la adolescencia y pone de relieve los miedos, la conflictividad y la frustración que nace de la distancia que hay entre nuestros deseos y proyecciones de futuro y la propia realidad. Rikarte lo resume, “es la historia de cómo una familia se va alejando de lo que soñó que sería, porque la vida casi nunca es lo que proyectamos y a veces suceden acontecimientos que desvían claramente nuestros planes, la deriva de las cosas nos aleja de lo soñado de modo imperceptible, hasta que un día nos preguntamos atónitos, cómo hemos llegado hasta aquí, a una situación donde jamás pensamos que estaríamos, a veces fruto de las sinergias del azar, pero sobre todo, arrastrados por sus propias decisiones”.

El director define “Forever” como “una tragicomedia que combina la ternura y la crudeza y donde hay, además, mucha ironía y humor, el propio título es irónico en torno a la idea del amor eterno y, al mismo tiempo, no lo es en absoluto, porque el amor a un hijo es prácticamente, indestructible”. En cuando al proceso creativo, “el trabajo que presentamos en el resultado de dos años y medio de proceso, concretados en siete meses de ensayos. Para nosotros –prosigue Rikarte- no es habitual tener procesos de trabajos tan largos, pero en el caso del lenguaje que nos ocupa, la máscara, no vemos la posibilidad de hacerlo en menos tiempo”. Y lo explica. “En los ensayos siempre decimos que hay que hablar mucho para hacer un espectáculo sin palabras, la mayor parte del tiempo estamos hablando tratando de convenir, de llegar a un acuerdo sobre lo más adecuado para el escenario, aunque la experiencia ayuda, los actores han integrado el código de una manera en la que enseguida somos capaces de ver si una propuesta funciona o no”. En esta ocasión, para organizar la trama “hemos aprovechado una plataforma giratoria buscando incrementar las posibilidades dramatúrgicas, esto ha dotado la función de un dinamismo muy cinematográfico, y al mismo tiempo, con un sentido metafórico sobre las vueltas que da la vida, una espiral que, a medida que gira, ahonda en el dolor de sus protagonistas”, explican.

Para los miembros de Kulunka, “el trabajo con máscaras es apasionante, por un lado, acusamos las limitaciones de no poder utilizar la palabra y tener el rostro oculto, pero eso obliga a una síntesis en la forma de contar que reduce los conflictos a la esencia, este código coloca un microscopio sobre los detalles de la vida y es ahí, desde nuestro punto de vista, donde aflora lo poético y, aunque el lenguaje es, a priori, muy limitado -explica Rikarte-, estas máscaras creadas por Garbiñe Insausti, tienen el poder mágico de generar una profunda empatía en el espectador y esta es la clave, por eso pensamos que este idioma era el código apropiado para encontrar esa empatía del público con estos personajes. Ponerse en los zapatos del otro es la base de la convivencia y es ahí donde el teatro aparece como una herramienta valiosísima y, en ese sentido, nos parece que el teatro de máscaras, conecta directamente con la esencia política del teatro”, concluye.

Dónde: Teatro María Guerrero

Cuándo: hasta el 30 de diciembre

Cuánto: entre 6 y 25 euros