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Francisco Nieva, la furia del poeta escénico

En el centenario de su nacimiento en La Mancha, Punto de Vista publica en 'Teatro furioso' las obras de "cuando no sentía la presión del estreno comercial"
Francisco Nieva, la furia del poeta escénico
El dramaturgo Francisco Nieva, en una imagen de 2015Cristina Bejarano
Julián Herrero

Madrid Creada:

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Para Francisco Nieva (Valdepeñas, 1924-Madrid, 2016) una comedia era «como una bola de cristal». En ella se podía ver de todo. La imaginación se dispara a cualquier parte. «Una burbuja del tiempo», continuaba en su descripción, «un objeto contenedor de sueños y un caleidoscopio visionario en el que la tradición y una rebelde fantasía deformante se alternaban en la diversión», firmaba como su «razón» de hacer teatro.  
El teatro de este hombre nacido en Valdepeñas hace cien años no representaba la realidad, sino lo que le daba la gana, «como la persona que se disfraza de lo que quiere cuando se libera y se vuelve otro para participar en una orgía carnavalesca». De hecho, confesaba Nieva que «la verdad nunca sería tal sin su disfraz complementario». El dramaturgo entendía la máscara como la esencia de la libertad y el desparpajo. Una idea que tomó de su admirado amigo José Bergamín cuando este decía que «el teatro es verdad siempre que quiere ser mentira, voluntad de mentir; voluntad de representación».
Con catorce años, comenzó imitando
el clima y el lenguaje de Moratín en
'El sí de las niñas'
Así se conformó la dramaturgia del autor de 'Pelo de tormenta' y 'La mangosta'. «Teatro nacido del teatro, de su no verdad reveladora y sugerente», defendía un hombre denostado hoy sobre las tablas a excepción de unos pocos, como Rakel Camacho, que en los últimos años ha levantado 'Coronada y el toro' y 'La paz'. Dos montajes en los que se ha podido ver aquello de «un carnaval representativo, simbólico y alegórico» que gritaba Nieva.
Para sacar de su olvido a un hombre que también fue académico de la lengua, Punto de Vista acaba de publicar su 'Teatro furioso' o, como explica Pedro Víllora en el prólogo, «la mejor entrada» que puede existir al universo literario y artístico de Francisco Nieva. Se reúne así un tomo que representa la cuarta parte de toda su producción y que comprende once obras escritas, en su mayoría, en la primera parte de su carrera (años sesenta y setenta), «cuando no sentía la presión del estreno comercial y apenas se planteaba su publicación por la imposibilidad de sortear la censura», añade Víllora. El ejemplo está en el mismo 'Pelo de tormenta' o, como la define, Juan Carlos Pérez de la Fuente, «la obra más censurada del franquismo». Y es que no se mutilaba una escena o una frase, sino al completo «porque es un disparate», apunta el actual director del Teatro Fernán Gómez. Así lo recogía el censor de turno: «Tanto la figura del obispo como la de la abadesa y el coro de monjas están tratadas sin el menor respeto (...) Por si fuera poco, no faltan los desnudismos más o menos integrales. Juzgo, pues, debe ser prohibida».
Imagen de 'Coronada y el toro', dirigida por Rakel Camacho en 2023
Imagen de 'Coronada y el toro', dirigida por Rakel Camacho en 2023Teatro Español

Absoluta libertad

Víllora señala el éxito de este 'Teatro furioso' en la falta de necesidad escénica. Solo así «se permite escribir con absoluta libertad un teatro que solo podría ser atendido y entendido en el futuro, ahora, pese a estar involucrado de manera tan clara con su presente». Y no es que su posterior teatro ('Farsa y Calamidad') sea menos audaz, se detiene el prologuista y dramaturgo, sino que por entonces ya sí tenía en cuenta la posibilidad de su estreno, «que en buena medida logra y con mucho éxito», puntualiza.
Si esas obras que produce a partir de los años setenta son más dramáticas, el 'Furioso' incide en la poética. Es por ello que Francisco Brines, Carlos Bousoño, Claudio Rodríguez y Vicente Aleixandre lo abrazaron como un «dramaturgo artista». «No era un notario de la realidad aunque no tuviese menos conciencia crítica que los dramaturgos realistas de su tiempo, pero tampoco era un escapista de la misma que se limitase a proponer fantasías, ensoñaciones e ilusiones tan coloristas como amables. Desde luego no escribía con la aspereza del compromiso político, dogmático y didáctico, pero a la vez no incurría en adornos de alharaca y trompetería a base de frases henchidas de palabras rimbombantes –afirma Víllora–. Lo cierto es que sí hablaba de la realidad, pero transformada y deformada por lo absurdo: creaba fantasías, más vinculadas con un pasado histórico reconocible, decadente y degenerado; era políticamente inquieto, aunque no obvio; y hacía un uso desacostumbrado del lenguaje, si bien jugando antes con lo popular que con la pedantería».
Anticipó la revuelta de sexualidades
del siglo XXI y se burló de cualquier imperativo
Para quienes pudieran confundir «teatro poético» con el de verso que desarrollaron Eduardo Marquina o José María Pemán, Nieva tenía una postura clara: «Creo que muy bien puede ser la facultad de enfatizar simbólicamente toda la realidad, cualquiera que ella sea, de elevar todo lo que concierne a nuestra percepción al poderoso cuanto complejo y ambiguo plano de los símbolos, la creación de estos símbolos, que son concentrados emocionales e intuitivos del pensamiento y la sensibilidad», defendía un tipo de La Mancha que comenzó a los catorce años imitando «el clima y el lenguaje», decía, de Moratín en 'El sí de las niñas'.
Aquello le sumergió en «una especia de extrañamiento» al hacerle conocer personajes del siglo XVIII «pretéritos, con su lenguaje, sus prejuicios, sus mohínes y sus razones de otro tiempo, muy tipificados, pero lejanos, pintorescos...», escribía un Nieva que justificaba así lo que vendría a consecuencia de esto: «La traviesa tentación de sumir a tales personajes de otro tiempo en una aventura imposible y mítica, fuera de toda mesura dieciochesca. Juguetona y desafiante ruptura de cánones y de significados».
El 'Pelo de tormenta' que dirigió Juan Carlos Pérez de la Fuente en 1996
El 'Pelo de tormenta' que dirigió Juan Carlos Pérez de la Fuente en 1996CDN

En la cima del teatro poético

Francisco Nieva era un poeta escénico aceptado por los propios poetas y «el único comparable en la segunda mitad del siglo XX con Valle-Inclán y Lorca», sentencia el nuevo libro. El prólogo de esta edición de Punto de Visto eleva el 'Teatro furioso' a la «cima del teatro poético español» y lo compara con el 'Teatro fantástico' de Jacinto Benavente por ser distinto a los vientos de su tiempo. «Anticipó la revuelta de identidades y sexualidades que caracterizaría al siglo XXI; se burló de cualquier imperativo, político, religioso o social, y descreyó de cualquier frontera entre lo elitista y lo popular».
El dramaturgo fue un privilegiado en su niñez. Vivió unos primeros años acomodados en Valdepeñas y su familia, culta, le facilitaba el acceso a la literatura y la música. Viajaban a Madrid a ver teatro; y su paso por viejos caserones solariegos y misteriosos no le impidió conocer las miserias de la vida popular. «Hay algo muy decimonónico en la visión que ofrece de esos años y que lo familiarizará con el pasado para siempre –explica Pedro Víllora–; no porque le impida ser moderno, sino al revés, porque no sentirá la necesidad de seguir moda alguna y toda su creación estará poseída por el tiempo, contendrá todos los tiempos en su interior. Por eso le satisfará tanto ver cómo en los años noventa los jóvenes acogieron con entusiasmo los estrenos de “Nosferatu” y “Pelo de tormenta”, escritas treinta años antes y en absoluto desfasadas».
  • 'Teatro furioso' (Punto de Vista Editores), de Francisco Nieva, 512 páginas, 39 euros.