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cultura

«La Merope»: Ejemplar muestra lírica del barroco tardío

Obra: «La Merope», de Terradellas. Intérpretes: Emöke Baráth, F. Pia Vitale... Akademie für Alte Musik Berlin. Director: Francesco Corti. Madrid, 21-II-2025

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Los veteranos nos acordamos de que en enero de 1979 el Teatro de la Zarzuela de Madrid programó esta hasta entonces desconocida ópera del catalán Domènec Terradellas, con libreto del célebre Apostolo Zeno. El Real ha recuperado este título, aunque lo haya hecho en el apartado concertístico, tan abundante en la programación de la temporada. Pero aun así ha valido la pena porque la sesión ha tenido una gran altura musical y nos ha permitido penetrar en las innumerables bellezas de la partitura. La obra abunda en arias, la mayoría «da capo», recitativos, alguno de ellos «accompagnato», y otros dúo. Todos ellos construidos magistralmentea partir de una indudable belleza melódica. Giros, saltos de octava, escalas, trinos, basamento de una bien diseñada coloratura, alimentan muchas de las páginas. Espléndida ópera que, en palabras de su actual exhumador, el director y clavecinista Francesco Corti, posee «una música agresiva y llena de colores; es rápida y eficaz, y demanda unas técnicas depuradas y virtuosas». Se ha empleado una edición de Gerhard y dos fuentes manuscritas existentes en Viena y Bolonia. Aunque al parecer, ha habido abundantes cortes. Aun así hemos escuchado música por espacio de dos horas y media. Y no hemos perdido detalle. El argumento, similar a tantos de óperas de la época, es un lío: muchos equívocos, pasiones encontradas a veces a ras de suelo, asesinatos, malevolencias… Al final todo acaba bien, con la muerte del malo, Polifonte. Y el reencuentro de Merope con su hijo, Epitide. En medio, mucha y buena música de todo tipo perfectamente ensamblada, construida, regulada, matizada y fraseada por ese estupendo músico que es Francesco Corti -nos –lo ha vuelto a confirmar en esta ocasión–, que dirige con prestancia, lógica acentuación y limpieza a un conjunto de 27 músicos que manejan, como es lógico en estos casos, instrumentos de época; bien afinados y adecuadamente empastados. El espectro sonoro resultante es magnífico y adaptado como un guante a las voces. De entre ellas sobresalieron las de la madre y las del hijo, que en este caso han sido del mismo tipo: dos sopranos líricas. Merope fue Emöke Baráth, bien centrada, con empaque, presencia, solidez, con el dramatismo justo. Su canto se enturbió a veces por ciertas destemplanzas en la zona aguda, pero creó personaje y fue resolutiva. Frente a ella, Francesca Pia Vitale –curiosamente vestida para la ocasión con una chaqueta de payaso listo– mostró contundencia, brillo, mayor seguridad en la zona alta, temple y vigor. Irreprochable. Los demás estuvieron a un digno nivel a excepción del grisáceo tenor ligero Thomas Hobbs (Anassandro). El contratenor, Benos Dijian (Trasimede) exhibió un voluminoso timbre de contralto, parcialmente engolado y no siempre afinado. Algo que denotó también el discreto tenor lírico-ligero Valerio Contaldo (Polifonte). Bien, algo corta y con estrechamiento en la zona alta, la mezzo Margherita Maria Sala (Licisco). Aceptable la muy ligera soprano Sunhae Im (Argia). Buen éxito, programa de mano –dos hojitas– con poca información. Aunque la que se puede obtener por internet no es mucho mayor. Lo de que se nos ofrezca el libreto es cosa de otros tiempos. Había una buena entrada, aunque lejos del lleno. En todo caso, felicitaciones por la exhumación.