«Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales»: El caso de la gemela suplantadora
Autor y director: Denise Despeyroux. Intérpretes: Ester Bellver, Juan Ceacero, Cecilia Freire, Ascen López y Pepe Viyuela. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 10 de abril.
Después de haberse hecho ya prácticamente un hueco de honor en el circuito off madrileño, la directora y dramaturga Denise Despeyroux ha llegado con nueva obra nada menos que al Centro Dramático Nacional. Y con ella retoma, precisamente, el argumento y algunos de los personajes de una de las obras con las que se había dado a conocer: «La realidad» (aunque, según parece, la idea de la pieza ahora estrenada es anterior a la representación de esta otra más antigua). De manera poco convincente, una joven le cuenta a su hermana gemela que va a morirse inminentemente y le pide que, con la complicidad de su primo, la suplante en los encuentros familiares tras la ausencia fatal. Con este punto de partida argumental, Despeyroux despliega su divertida obsesión por tender puentes entre lo cósmico y lo espiritual a través de una suerte de personajes y situaciones repletas de un humor que coquetean permanentemente con el surrealismo sin abrazarse del todo a él. Como siempre, hay un hilo conductor en la trama que, sin embargo, va llevando al espectador mediante saltos, o dando rodeos, o empujándolo por escondidas trochas; y lo curioso es que el público agradece ese «planificado caos» dramatúrgico, porque en cada una de las discontinuidades que amenazan a la función hay siempre un certero golpe de humor que reconduce las cosas. Y, mientras eso ocurre a ras de suelo, la directora, como una funámbula que caminase en las alturas por un alambre inexistente, supervisa el trayecto concentrada para no precipitarse en la realidad ni tampoco en el absurdo, en un viaje que, como casi todos los que ha emprendido en obras anteriores, no parece obedecer a un propósito claro que no sea, simplemente, el de realizarlo. Y es esa inclinación de desprendida aventurera lo que le hace obtener en su camino algunos réditos dramáticos nada despreciables y que, en esta función, se plasman en forma de reflexiones, aparentemente sin intención pero bien sostenidas, acerca de lo que somos, lo que podemos ser y lo que se espera que seamos. En cuanto a las interpretaciones, los cuatro actores –hay además un cameo de Pepe Viyuela– funcionan muy bien dentro de sus papeles descabalados y enternecedores, pero es justo resaltar el trabajo de Ascen López, que le da a su personaje de madre una juvenil y despendolada energía sumamente graciosa.