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cultura
Luli Pampín: "Sin el Ejército no hubiera sabido llevar esto"
Así es Lucía Pérez Gerardi, la artista argentina que arrasa entre los más pequeños y que comenzó en la artillería antiaérea

Este mismo mes, Paul McCartney llenaba el WiZink center de Madrid hasta los topes durante dos días seguidos. Miles de personas entregadas a una leyenda que dista mucho, por supuesto, de nuestra protagonista. Sin embargo, sus seguidores no son menos fieles que los del exbeatle, y probablemente, a día de hoy, tampoco sean menos en cantidad. Eso sí, el 99,99% son niños repartidos entre las dos orillas del Atlántico.
Ella es Luli Pampín, una mujer con aires de Sailor Moon que mezcla el corsé de Wonder Woman con el tutú de una bailarina y que, literalmente, hace enloquecer a las nuevas generaciones. Su superpoder, «la imaginación», responde esta argentina afincada en Andorra que ha venido a Madrid, al Teatro Capitol, a pasar las Navidades para alegría de su ejército de fans. Solo en YouTube, alcanza los 18 millones de «amigos» y las visitas se cuentan en miles de millones.
Respecto a anteriores temporadas, Pampín ha cambiado La Latina por la Gran Vía y Luli, lo celebra: «Son palabras mayores. Es un sueño hecho realidad». Detrás de toda esa fachada rosa chicle y esa voz angelical se encuentra Lucía Pérez Gerardi, quien sirvió al Ejército español durante una década... hasta que su hijo le marcó el camino: «Me di cuenta de que quería tener tiempo para él Controlar mi tiempo y decidir qué hacer con él, que nadie me obligue a viajar cuando mi hijo está enfermo, que era uno de los problemas. Es importante no descuidar los pilares de la familia y del trabajo; si uno subo más que otro es cuando se descompensa todo».
Hijo y crítico
Hoy, ese niño ya tiene diez años y es el primer espectador de sus montajes: «Casi todo sale de momentos con él. Es crítico y no duda en decirme lo que no le gusta».
Es ese espacio junto a la familia el que la artillería antiaérea no le daba y el que logró a pulso. Aun así, aquel tiempo castrense en Cartagena lo recuerda con bastante cariño, «aprendí muchas cosas que valoro y que sigo utilizando hasta el día de hoy: el compañerismo, a cuidar al que tengo al lado, hacer equipo, la constancia... Me marco una meta y la sigo y la consigo».
Ese espíritu, reconoce, fue el que hizo a la Luli Pampín actual, incluso estando hasta «dos años sin cobrar nada», dice. «Solo con lo que consigo de los niños ya me vale. Me hace feliz». No esconde que su meta es seguir con el disfraz de superheroína mucho tiempo y que «lo voy a conseguir», afirma tajante sobre un reto que «si no hubiera estado diez años en el Ejército no hubiera sabido llevarlo de esa manera», afirma quien viaja de la Península a América (y viceversa) con toda la «troupe» familiar: su pareja y sus dos hijos.
Si Luli, como la conoce su gente más allá de los escenarios y los vídeos, creció con las referencias de María Elena Wash y las coreografías de Xuxa, ahora quiere que sus hijos lo hagan pegados a la literatura, a la que le dedica el «show» que presenta en la Gran Vía madrileña, «El libro musical». Mientras el primer hijo, que tuvo a los 25 años, le llevó a dejar el uniforme caqui para tener tiempo junto a su familia; en esta segunda ocasión, le ha llevado a un nuevo montaje dedicado a todos esos libros que se le amontonaban mientras cuidaba del bebé. Hasta se ha diseñado un traje con obras rescatadas del Rastro (incluido algún original del siglo XIX). «Cuando volví a ser madre tenía una expectativa en mi cabeza de que iba a leer, que iba a tener un montón de tiempo libre y me compré un montón de títulos hasta que me di cuenta de que no, que la pila cada vez era más grande y que solo estaban cogiendo polvo».
Así, asegura la artista que fue con los libros con los que se dio cuenta de que «no hay que dejarse llevar por las tecnologías, y no porque sean malas, son una herramienta muy potente, sino porque no se puede dejar atrás el salir a la calle a jugar al elástico (la goma) o al escondite, a bailar, a cantar, a pasar el tiempo en familia, a leer...».
–Pero usted vive justamente de las pantallas. ¿Cómo compagina ese mensaje?
–No se puede obviar la tecnología en nuestras vidas, pero se puede controlar. Sé que tengo una misión muy grande que no es entretener simplemente. Quiero ir más allá y enseñar a los niños a resolver muchos de las situaciones a las que se pueden enfrentar.
Es el mensaje que quiere transmitir Luli Pampín a las nuevas generaciones, una mujer nacida en Guaymallén, Mendoza, que mira desde la distancia su tierra, una Argentina que no sabe muy bien cómo definir desde la llegada de Milei: «Cada familiar te cuenta una versión diferente y nunca sabes si es la correcta o no».
De su propia vivencia, de su infancia, habla como un tiempo «muy hermoso» en el que también hubo momentos duros, como cuando la crisis de 2001 obligó a su padre a emigrar a España. No oculta que aquellos fueron momentos «duros». Incluso con noches en las que la comida escaseaba en la mesa. Apenas fue un año, cuando pudieron dar el salto al Atlántico lo hicieron al completo. La familia se reunía de nuevo y comenzaban una nueva vida que dos décadas después ha terminado con la segunda de cinco hermanos en la cima de la Gran Vía.
Muy atrás queda esa niña a la que le gustaba cantar y bailar tanto como la vergüenza que le daba hacerlo delante de la gente. «Me encerraba en mi habitación», recuerda quien se subirá al escenario del Capitol hasta el 5 de enero.
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