Tremenda Nuccimania
El barítono vuelve a bisar en el Teatro Real «Vendetta, tremenda vendetta», que repitió por primera vez en 2009
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El barítono vuelve a bisar en el Teatro Real «Vendetta, tremenda vendetta», que repitió por primera vez en 2009
La primera vez que Leo Nucci (Castiglione dei Pepoli, Bolonia, 1942) interpretó al bufón que más noches de gloria le ha dado su esposa estaba embarazada de seis meses. Ella, la soprano, Adriana Anelli, también cantaba, era Gilda. Fue memorable. De hecho, le comentaban después del
éxito: “Si es una niña tendrás que llamarla Gilda”. Finalmente se decidieron por Cinzia. Desde ese mismo momento se convirtió el título de Verdi en su ópera fetiche. De eso han pasado muchos años. Su esposa dejó el canto. Él siguió siendo eternamente Rigoletto (y unos cuantos papeles más) y su hija le ha dado también muchas alegrías. Ayer se volvió a repetir el milagro del bis. Exactamente en la misma aria, “Si, vendetta, tremenda vendetta!”, que cierra el segundo acto y en la que en 2009, con Antonio Moral como director artístico del coliseo, bisó por primera vez. Era, además, la primera vez que cantaba en el Real. La del lunes fue su función 511 y hacía el trescientos y pico bis del mismo solo. El lunes, día del estreno, volvió a bisar. El público lo pidió con sus aplausos y Nucci, generoso hasta el extremo, disfrutando del momento, no se quiso hacer de rogar, y volvió a cantar la “Vendetta”. Esta noche, jueves 3 de diciembre, ha vuelto a repetir. Dos funciones, dos bises. Le quedan otras dos. Si consigue repetir en las cuatro, habrá hecho historia en la corta nueva vida del Teatro Real al tener que repetir en todas las ocasiones en las que ha cantado “Rigoletto”. Los aplausos eran aún más fuertes que los que se escucharon el día del estreno.
Su caso y el de Plácido Domingo presentan ciertas similitudes, aunque sus cuerdas sean diferentes, pues Nucci es barítono y el español, tenor, sus edades son similares (ambos pasan de los setenta), son admirados por la profesión, lo que no dejar de tener su mérito, pues ser grande y querido al mismo tiempo no es algo que se de frecuentemente en el mundo de la lírica y están unidos por su amor a al música.
Después del bis estaba exultante. Pocas, muy pocas veces ha cancelado a lo largo de su carrera. A Madrid llegó el viernes prácticamente del aeropuerto al escenario. Unos cálculos renales que padece le habían jugado una mala pasada. Su esposa, incluso le pedía que descansara y el
se repetía: “¿Pero cómo puedo no ir a Madrid?”. Y lo hizo. Volvió a ser el bufón de la corte. Estén atentos porque no sería extraño que repitiera el aria en cada una de las funciones que canta. Le quedan otros dos días para bisar, el domingo y el día 10. Puede hacer pleno y nuevamente historia. Tiempo al tiempo.