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Trágicos destinos paralelos

Silvia Abascal y Nur Levi protagonizan «Ecos» en el Teatro Español, una obra de Henry Naylor sobre el sometimiento de la mujer, dirigida por Livija Pandur.

Nur Levi (izda.) y Silvia Abascal (dcha.) protagonizan «Ecos», obra dirigida por Livija Pandur. Foto: ÁNGELA MARTÍN-RETORTILLO
Nur Levi (izda.) y Silvia Abascal (dcha.) protagonizan «Ecos», obra dirigida por Livija Pandur. Foto: ÁNGELA MARTÍN-RETORTILLOlarazon

Silvia Abascal y Nur Levi protagonizan «Ecos» en el Teatro Español, una obra de Henry Naylor sobre el sometimiento de la mujer, dirigida por Livija Pandur.

A finales del XIX la East India Company garantizaba pasajes gratis a la India a aquellas mujeres británicas deseosas de convertirse en esposas de oficiales del ejército británico desplegado en sus colonias de Oriente Medio y La India. 175 años después, el Estado Islámico provee de pasaje a Siria a jóvenes británicas que quieren contribuir a la causa del Estado islámico convertidas en las esposas de sus soldados, ignorando ambas que terminarán convirtiéndose en una mezcla de prostitutas, criadas y yeguas de cría al servicio de un imperio ideológico y religioso», así explica Livija Pandur, directora de «Ecos», la situación de la que parte esta obra de Henry Naylor, que fue ganadora del premio Spirit of the Fringe Award en el Festival de Edimburgo 2015 y que se estrena en el Teatro Español.

El autor británico cuenta la historia de dos jóvenes de Ipswich de diecisiete años, que, enfrentadas al colonialismo religioso, decidieron luchar por su lugar y su dignidad. Y no lo hace con diálogos, sino con monólogos entrelazados. Tillie (Silvia Abascal), es una joven victoriana, cristiana, educada e inteligente, que se casa con un teniente británico y se va a vivir a La India, donde estaba destinado. Samira (Nur Levi), es una estudiante musulmana actual que viaja a Siria para casarse con un luchador islámico. Las dos están frustradas por unas sociedades que les ofrecen pocas oportunidades y son barridas por la conducta devastadora y casi asesina de los «devotos» matones imperialistas.

Separadas por casi dos siglos, presentan un paralelismo histórico perturbador y sorprendente y revelan unos patrones similares de violencia patriarcal y abuso sexual que durante siglos han esclavizado a la mujer. «Este es un proyecto que pone a la mujer en el centro, no solo de esta historia, sino de la vida como protagonista absoluta –explica Abascal–. Ambas tienen en común que viven bajo hombres del imperio y de la religión y, aunque una musulmana y otra cristiana, luchan por encontrar su luz, su espacio, su dignidad».

Una bofetada de agua fría

Se pone de manifiesto lo difícil que ha sido siempre ser mujer, antes y ahora, aunque se haya avanzado. «Siempre hemos jugado un papel de desventaja, venga por abusos, desigualdad, sometimiento, explotación sexual o por ser un género menor, incluso hoy en según qué lugares y circunstancias, la mujer tiene que seguir luchando y dando pasos de valentía, de conciencia. Este paralelismo con el pasado es, cuanto menos, desolador», asegura la actriz. «Todavía, por el simple hecho de ser mujer, puedes recibir una bofetada, ser violada, despreciada o humillada». En cuanto a su personaje, Abascal afirma que «Tillie es muy especial, como creyente, ella cree de verdad en la caridad, que su misión es dar hijos para el Imperio, pero lo que se encuentra es una bofetada de agua fría y ahí despierta». Estas mujeres, si bien en el texto original son inglesas y una pertenece al siglo XIX, «en realidad son todas las mujeres, de cualquier parte del mundo, de cualquier época. Y ese es uno de los principales objetivos, contar dos vidas que aunque estén separadas en el tiempo representan, incluso hoy, a todas las mujeres», comenta Nur Levi. Y es que «a lo largo de la historia la mujer ha sido moneda de cambio, siempre al servicio “de”, para esclavizarlas o dar hijos, pero nunca se le ha dado el mismo lugar que a los hombres, ni se les ha preguntado qué querían o qué necesitaban». A veces, estas mujeres se encuentran con el drama de tener que elegir entre la esclavitud voluntaria o la muerte. «Hay bastantes testimonios de muchas que se han suicidado porque prefieren morir antes que seguir con esto y en otras, el ser humano para sobrevivir se acostumbra a cosas inhumanas, por una cuestión de supervivencia normalizan ciertas cosas que no lo son en ningún caso».

Opresión y fragilidad

Con estas chicas todo parte de la adolescencia, el fondo es que «no viven felices donde están, no pueden cumplir sus deseos –continúa la actriz–, por eso piensan que lo de fuera es mucho mejor. No tienen libertades, se sienten oprimidas, les faltan ciertos derechos y esto les hace irse fuera, la falta de unos pilares en la familia y en el contexto donde sostenerse hace que necesiten buscar algo en lo que puedan ser de utilidad y eso es al fin lo que les pasa, creen que van a cumplir su fantasía, que van a hacer cosas por los demás, pero se encuentran con una dramática realidad que no esperan». Como le ocurre a Samira. «Ella se siente una inmigrante que no es acogida y cuando uno se ve rechazado necesita buscar un grupo, identificarse con algo. Entonces, alguien le dice que sirve para algo, que puede ayudar a otros musulmanes, servir a una causa y se va por la fragilidad de la edad, sin saber que va a ser manipulada». Y afirma, «la adolescencia necesita identificarse, reconocerse y saber quién es». Para Levi, «Samira representa esa fragilidad de chicos y chicas y es responsabilidad de los adultos construir una sociedad con pilares fuertes donde se sientan contenidos sin necesidad de tener que huir».