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Estreno

'Un tranvía llamado deseo': El grito de dolor por violencia doméstica que ganó un Pulitzer

El Teatro Español programa en su escenario Principal la obra cumbre de Tennessee Williams, en versión y dirección de David Serrano

De izquierda a derecha, María Vázquez, Pablo Derqui y Nathalie Poza
De izquierda a derecha, María Vázquez, Pablo Derqui y Nathalie PozaElena C. Graiño

En marzo de 1945, Tennessee Williams escribe a su agente literaria una carta: “Querida Audrey (Wood), he estado enterrado en trabajo y ya tengo 55 o 60 páginas del primer borrador de una obra que estoy preparando... Va de dos hermanas, lo que queda de una familia sureña arruinada. La más joven, Stella, ha aceptado la situación, se ha casado y se ha mudado a una ciudad del sur con su pareja, un plebeyo decididamente atractivo. Pero Blanche... permanece en Belle Reve, su lugar de origen en ruinas, y lucha por mantener el viejo orden. Aunque por naturaleza es decente y muy delicada, ha tenido que aceptar la protección de algunos hombres y su nombre se ve arrastrado... Ella se presenta allí rota por la lucha fallida... y está a merced del pensamiento del joven marido...”.

Dos años después, en 1947, Williams estrenaba en Broadway “Un tranvía llamado deseo”, una de las cumbres de la dramaturgia del siglo XX, dirigida por Elia Kazan y protagonizada por Marlon Brando. Un año después ganaría el Pulitzer en la categoría Drama y era el propio Kazan quien en 1951 dirigía la versión cinematográfica.

La que llega al Teatro Español es la versión escrita y dirigida por David Serrano, que la considera una obra maestra que aguanta bien el paso del tiempo “porque sus personajes son increíbles, ricos, llenos de matices y zonas oscuras, muestran las contradicciones humanas, además de la emoción que la atraviesa entera. Decía Arthur Miller que con Tennessee Williams la emoción había llegado al teatro americano y aquí está clarísimo, es imposible que no te toque de alguna otra manera”.

Pero Miller también decía que “Un tranvía llamado deseo” es un grito de dolor, “de personajes que buscan sobrevivir en un mundo muy difícil y complicado. Es una obra rica, apasionante, con muchas capas, pero si hubiera que destacar algo podemos asumir que sí, que es un grito dolor”, reconoce Serrano.

El enfrentamiento entre dos culturas, dos clases sociales

En ella vemos la confrontación o enfrentamiento de dos culturas, de dos clases sociales, el mundo que representa Blanche, espiritual, de la poesía y los sentimientos y el de Kowalski, más animal y atávico, más pegado a la tierra. Con ellos, Williams retrata la intensa lucha del ser humano que intenta aferrarse a la vida a través del deseo, la violencia y la fantasía. “Kowalski representa el capitalismo salvaje, el materialismo, el aquí y ahora, el pragmatismo absoluto del sueño americano. Viene del mundo obrero humilde, es polaco emigrado, mientras que ellas, aunque descendientes de hugonotes franceses, llevan varias generaciones en EE UU perteneciendo a una alta sociedad, ahora venida a menos”. El ambiente opresivo, el calor, la humedad y el alcohol convierten la casa de Stanley Kowalski en un horno a presión donde los celos y la brutalidad de este hijo de la clase proletaria hacen insoportable la vida de la casa.

Confiesa Serrano que fue Nathalie Poza (Blanche) quien le sugirió el proyecto, “un sueño desde que estudiaba interpretación y sintió que había llegado su momento. Pablo Derqui (Stanley Kowalski), María Vázquez (Stella), Carmen Barrantes, Jorge Usón, Rómulo Assereto, Mario Alonso y Carlos Carracedo completan el reparto.

“Según me lo propuso, mi cabeza voló, llevaba tiempo descansando del teatro y rápidamente me puse a ello. Para mí es un gran reto”, explica un director que ha querido priorizar la historia y los actores en su enfoque. “Es una obra de personajes y aquí me pongo al servicio de los actores. Lo primero que pensamos fue ser fieles al texto de Williams, de hecho, circulan dos versiones que cotejamos intentando acercarnos lo más posible al original y a su poesía, que es una cabronada traducir, porque escribe muy poético, pero es tan bueno que suena a texto normal, es decir, es capaz de introducir toques poéticos en sus diálogos sin que suenen artificiales, pero hablamos de uno de los más grandes dramaturgos del siglo XX”.

“Partiendo de esto –prosigue Serrano- nuestra visión de lo que pasa en esa casa es actual, porque, evidentemente, no se dirige ahora igual que en los años 50 y el mundo ha cambiado”. Pero lo que sí ha intentado es huir de la imagen de la película de Kazan. “Les dije a los actores que no la vieran, me gusta trabajar sus peculiaridades, que ellos desarrollen su trabajo y su personalidad, así que olvidémonos de Vivien Leigh y Marlon Brando y busquemos nuestros propios Kowalski, «Mitch Blanche y Stella.

Según el director, toda la obra de Williams tiene mucho de carácter personal. “Quizá sea el más autobiográfico de los dramaturgos estadounidenses, él mismo afirmaba que cada una de sus funciones daba cuenta “del estado de mi mundo interior en el momento en que escribía” y esta obra y tiene muchos guiños de experiencias de su vida y del entorno que lo rodeaba, plasmó con tremenda honestidad su manera compleja de relacionarse con el amor, el sexo y el deseo, algo que está muy presente en Blanche, que de alguna manera viene a ser su alter ego, aunque creo que todos sus personajes tienen mucho de él”, concluye

  • Dónde: Teatro Español, Madrid. Cuándo: del 12 junio al 27 julio. Cuánto: de 6 a 22 euros.