Sección patrocinada por sección patrocinada

¿Tienes fuego?

Teresa Helbig: "La elegancia está maltratada"

Esta mujer se ríe mucho, casi al cabo de cada frase, y eso es siempre un regalo para el que escucha y observa

Teresa Helbig, diseñadora.
La diseñadora Teresa HelbigJesús G. FeriaLa Razón

Sostiene su DNI que nació en Barcelona, y cierto es que esa ciudad, la cual ama y en donde reside, es su patria. Pero su mundo también está hecho de imágenes que no necesariamente ha vivido, pero que visualizó en películas y revistas y las incorporó a su sangre: el París y el Cannes de los 60, el Londres y el Nueva York de los 70… y el Madrid de los 80, con el que sí se tuteó. Esta mujer se ríe mucho, casi al cabo de cada frase, y eso es siempre un regalo para el que escucha y observa. Gracias, Teresa.

«Una mujer Helbig nunca pasa desapercibida». Así se presenta en redes. ¿Antes muerta que anodina?

Antes muerta que anodina, sí. Hemos venido aquí para pisar y no pasar por la vida sin hacer ruido de tacón, por decirte. Es como comunicar una mirada…, no lo sé.

Eso que dice es hermoso.

Pues bien, ja, ja, ja. ¡Tenemos algo bonito!

¿Qué español y qué española no pasan jamás desapercibidos? Llámelo elegancia.

Vale. Luz Casal es una mujer que no pasa desapercibida nunca porque, aparte de que canta e interpreta, tiene ese punto roquero canalla que a mí me pone muchísimo. Y un hombre que para mí no pasa desapercibido es Eduard Fernández, porque soy muy fan de su trabajo. Yo soy muy amante del cine y tenemos unos actores y unas actrices que son increíblemente buenos y que siempre consiguen emocionarme.

"En este proyecto, del que se van a cumplir 30 años, la resiliencia y el esfuerzo siempre han estado ahí"

Fue escaparatista, que es alguien que debe tratar de atraer todas las miradas sobre aquello que hace. ¿El escaparatista debe ser exhibicionista?

Eh… pues igual sí tiene un punto de exhibicionista, claro. En la época en que yo hacía los escaparates, era como una puesta en escena. No simplemente vestía, sino que tenías que comunicar el rollo de la tienda, los maniquís, los maquillados, los perfumados, ¿sabes? Tenías que transmitir los valores. Entonces, esa puesta en escena tan teatral quizá sí tiene un punto de exhibicionista.

«Forma contenida y fondo rebelde», así se definen sus prendas. Podría ser un bombón relleno de licor. O, incluso, una bala: es sobria, pero te puede matar.

Una bala, ja, ja, ja. Te puede matar... Mmm. A ver. Es que es como una falsa inocencia, ¿sabes? Son nuestra armadura. Es la forma de presentarnos ante la gente. Es como nos montamos cada uno en nuestras tribus, con las que nos sentimos identificadas. Y no sé si respondo a tu pregunta...

Lo hace. ¿Si digo Alain Delon, Jane Birkin, Françoise Hardy, Saint-Tropez, Paul Weller estoy hablando de la esencia Helbig?

¡Guau! ¡Total! Me pone muchísimo. Mira que yo no fui a Saint-Tropez hasta los 15 años, pero es como la pobreza, la pobreza visual, quiero decir, que desarrolla la fantasía… Entonces, cada uno se crea ahí su mirada, su mundo... Y los actores franceses… ¡Bueno! Todo lo que es La Croisette (Cannes) y el Hôtel Martinez… Tengo que confesarte que nunca he estado en el Hôtel Martinez, pero es como si hubiese estado. Para mí son fuente de inspiración. Ellos y el Club de las B: Birkin, Bardot… Pero también está Bowie, claro.

"Ha cambiado mucho el rollo de las novias. Son tías que no tienen nada que ver con las de las bodas de antes, que era como lo que tocaba. Ahora lo deciden todo ellas"

Y he citado a Paul Weller, que es inglés, como lo fueron Birkin y Bowie, pero un elegante químicamente puro.

Sí, sí, sí. Es que la elegancia, fíjate, está maltratada. Para mí es importante, claro. Pero luego tiene que tener ese toque. Esa fusión de elegancia con rebeldía es la personalidad, el carácter.

¡Qué novia perfecta fue Katharine Ross en «El graduado»! ¿Sus novias son así? Mujeres capaces de dejar plantado al novio ante el altar y huir con el amor verdadero.

Pues te digo que sí, ja, ja, ja. Te digo que sí porque ha cambiado mucho el rollo de las novias, claro. Ahora lo hacen bajo sus parámetros, a su forma, a su manera. Son tías que no tienen nada que ver con las de las bodas de antes, que era como lo que tocaba. Ahora lo deciden todo ellas. Por eso hacen unas bodas increíbles y visten como ellas quieren, bajo sus normas totalmente.

¿Le habría gustado vivir la «gauche divine» y no salir de Bocaccio, o el mayo francés?

Yo estuve en Bocaccio, solo una vez, porque cerraron a las tres semanas. Y la «gauche divine», en Barcelona, fue un movimiento realmente muy chulo. Yo era muy joven, pero lo he mamado después, porque en los 80 me interesé por ello. Y el mayo del 68, si me voy a la película de Bertolucci quiero estar ahí ¿sabes? En «Soñadores». Quiero vivir ahí, en esa casa, con esos dos tiazos y con ella divina, burgueses… Pues sí, me encantaría, por qué no.

Una de sus colecciones está inspirada en «Los miserables» de Victor Hugo. Cuando la presentó habló de superación, resiliencia, justicia, esfuerzo, lucha, recompensa. A mí me vino a la cabeza «El conde de Montecristo».

Ah, ¿sí? ¡Ostras! ¡«El Conde de Montecristo» es brutal! Vi la película cuando era muy pequeña y me impactó un montón... Te diré que detrás de esa colección, entre bastidores, estábamos todo el equipo de hombres y mujeres que estamos luchando por este proyecto del que se van a cumplir 30 años, y la resiliencia y el esfuerzo siempre han estado ahí. No ha sido, realmente, una cosa fácil. Han sido como pasos muy lentos, pero fuertes. Y el homenaje a París, que era un sueño desfilar ahí… No sé si has visto imágenes, pero fue mágico, increíble. ¡Qué pena que no vinieras! Vamos a hacer algo para los 30 años y debes estar ahí.

Prometido. Teresa, ¿libertad, igualdad y fraternidad siempre?

Siempre, sí, sí, sí. Es algo que los franceses lo hacen muy bien, sí. Además, yo vengo de una familia muy humilde, pero desde que era pequeña esos son los valores que mi madre me ha inculcado.

Son universales, trascienden la propia Francia.

Sí, sí, sí. Deben trascender al mundo. Es que es como lo básico.

"Barcelona y Madrid son dos ciudades que tienen que ir de la mano"

¿Qué atributos de Madrid harían perfecta a Barcelona, y viceversa?

Pues mira, son dos ciudades maravillosas. Y es real, ¿eh?, así lo siento. Madrid es una ciudad tan abierta, tan agradable, tan acogedora… Barcelona es mi ciudad, donde vivo, me gustan su arquitectura, el mar, y hay también mucha creatividad. Creo que son dos ciudades que tienen que ir de la mano. Es que no hay rivalidad, son distintas, como dos hermanas: cada una tiene su personalidad, su rollo, pero las vas a querer igual. Bueno, esto te lo dice alguien que es hija única, ja, ja, ja.

Pero que sospecha lo que debe de ser tener un hermano.

Exacto, ja, ja, ja. Creo que ahí está la gracia. Son dos ciudades muy diversas y, en serio, creo que no deben tener rivalidad. Es que cada una tiene tanto que decir y tanto que ofrecer… A mí me encanta ir a trabajar a Madrid, tenemos ya «showroom» allí, presentamos las colecciones allí, y siempre ha sido tan acogedora… Incluso desde los 80, en los escaparates. ¡Buah, yo en Madrid me lo he pasado tan bien…! Pero exagerado, ¿eh? Ja, ja.

Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Yo se lo pregunto a usted: ¿tiene fuego?

Dejé de fumar hace dos años y sigo pensando cada día en ello, pero no, ya no te puedo ofrecer fuego. Te puedo preguntar si estudias o trabajas ¿o esa ya no nos sirve? Ja, ja, ja. Pero si me preguntas lo del fuego en un plano más profundo, sí, siempre. Siempre. Es lo que nos mueve. LLámalo fuego, ilusión, ganas de seguir, de tirar, de crear, de equipo, de fuerza... Seguimos igual que el primer día. Te diría que más, incluso.

Pues que no se apague nunca esa llama.

Espero que no. Aunque a veces me digo: mmm, qué será de mi vida, qué será… Ja, ja, ja.