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Tólstoi inédito: la espiritualidad nos hará libres

«El camino de la vida», publicado unos meses después de la muerte del escritor e inédito hasta ahora en España, es un resumen de su pensamiento moral y religioso por medio de máximas de grandes sabios.

Tólstoi inédito: la espiritualidad nos hará libres
Tólstoi inédito: la espiritualidad nos hará libreslarazon

«El camino de la vida», publicado unos meses después de la muerte del escritor e inédito hasta ahora en España, es un resumen de su pensamiento moral y religioso por medio de máximas de grandes sabios.

Un Tolstói de gran calado moral apareció el año pasado en un libro que tendría que ser de obligada lectura para cualquier edad y sociedad, para cualquiera que practique una religión o sea un ateo convencido: «La ley de la violencia y la ley del amor» (Hermida Editores). Se trataba de un panfleto pacifista de aquel que se encontraba al borde de su recta final –estaba fechado en 1908; muere dos años después– que podría ser la síntesis de su libro «El reino de Dios está en vosotros», que marcó para siempre a Gandhi. El narrador ruso repasaba ahí la doctrina de la no violencia atacando a la Iglesia y a las instituciones estatales, las cuales, lejos de seguir la enseñanza de Cristo, eran hostiles a ésta, lo que le valdría la censura y la excomulgación por parte del Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa en 1901.

Desobediencia civil

Siguiendo la estela de su admirado Thoreau, llamaba a la desobediencia civil, a la insumisión ante los Estados que, mediante la militarización, exigen acciones contrarias a la ley de Dios: la suprema ley del amor, que es eterna e inmutable. Y si en aquel escrito Tolstói subrayaba que son una minoría las personas que profesan la doctrina de la no resistencia al mal con la violencia, en «La ley de la violencia y la ley del amor» ponía ejemplos de jóvenes que se jugaron la vida al oponerse a ser reclutados y asesinar al prójimo para no desobedecer sus principios. Según él, se necesitaría una guía de conducta consistente en asimilar una comprensión superior de la vida, la misma que fue revelada por Jesús y que el mundo ha olvidado o apartado. Pues bien, he aquí otro tesoro que sería el complemento de las citadas obras, la síntesis ética de toda una vida y que presenta la traductora Selma Ancira, que al haberse hecho cargo de los diarios de Tolstói, encontró un pasaje en que éste anotó, en 1884, la intención de organizar una serie de lecturas (Epicteto, Marco Aurelio, Lao-tse, Buda, el Evangelio...) que fuera útil para todo el mundo. Así, en 1901, convaleciente de una enfermedad, «arrancaba día a día las hojas del calendario colgado sobre su cama y leía con curiosidad e interés el aforismo que la fecha traía. Cuando al terminar el año se acabó también la lectura de aquellos aforismos, Tolstói pensó en hacer su propio calendario». Y en efecto, tuvimos ocasión de conocer un «Calendario de la sabiduría» que la editorial Martínez Roca publicó en 1998 y sobre el que el experto en literatura rusa Peter Sekirin informaba así: el libro tuvo tres ediciones en vida de Tolstói, 1904, 1905 (la elegida por Martínez Roca, que evitaba determinados relatos de carácter moralistas) y 1910.

Llevar una vida de bien

Ancira no hace referencia expresa a esta versión en español, compuesta por unas cinco cortas citas por página, correspondientes a cada día del año, pero sí afirma que, a diferencia de las dos obras anteriores, que Tolstói tituló «Pensamientos de hombres sabios para cada día» y «Círculo de lectura», «El camino de la vida» no está estructurada a partir de lo temporal sino de lo temático: «La fe», «El alma», «Dios», «El amor», «Pecados, tentaciones y supersticiones», «La avaricia», «La desigualdad», «La vida está en el presente», «Después de la muerte»... La traductora cuenta que Tolstói se tomó licencias a la hora de citar a los autores para que todo tipo de lectores pudiera entenderlas. «Pero no solo modifica los pensamientos ajenos, sino también los propios. Los depura. Los adapta. Los recorta y simplifica. Hace que se entretejan sin ninguna dificultad con el resto de aforismos». Y todo en pos de un objetivo claro: dar a la gente la posibilidad de conocer reflexiones que les conduzcan a un comportamiento cristiano.

«Para que el hombre pueda llevar una vida de bien, es necesario que sepa lo que debe y lo que no debe hacer. Para saberlo, debe entender qué es él mismo y qué el mundo en el que vive. Eso es lo que a lo largo de todos los tiempos han enseñado los hombres más sabios y más buenos de todos los pueblos», dice en el «Prolegómeno». Y de esta forma veremos líneas de cosecha propia mezcladas con citas de Pascal, Kant, Schopenhauer, Emerson, Angelus Silesius, Mahoma, Lessing, Sócrates, Montesquieu, Confucio, etc. Con una idea central que gobierna todo: el amor incondicional al prójimo y el hecho de que es necesario tener una fe religiosa al considerarla imprescindible si se quiere entender la vida y cómo vivirla, pues con ello «todo se ilumina y el alma se alegra».