
Feria de San Isidro
Juan de Castilla: “Así es como concibo el toreo, con una apuesta de verdad, no sé ser de otra manera”
El torero colombiano destacó en la décimo sexgta corrida del abono isidril y, aunque no obtuvo trofeos, se llevó el respeto de todo el público madrileño

El colombiano Juan de Castilla, que ayer protagonizó una de las tardes más llenas de verdad de lo que va de Feria de San Isidro en Las Ventas, fue herido por un toro de Dolores Aguirre. Pese a la cornada y el desgarro en la zona íntima, volvió al ruedo para lidiar su segundo toro. Con el alta médica recién recibida, habla de su compromiso, su concepto del toreo y la entrega total con la que pisa cada plaza.
¿Cómo está físicamente tras la cogida?
Tengo los dolores normales de una paliza fuerte: el desgarro en el pene, la cornada en la zona lumbar… pero como no hubo fiebre ni infección, los médicos me dieron el alta. No fue una recuperación completa, pero insistí porque tengo que prepararme: toreo en Vic-Fezensac la próxima semana. El cuerpo duele, sí, pero la cabeza ya piensa en el siguiente paseíllo.
¿Qué ocurrió en ese momento dramático con el tercero?
Yo iba decidido a todo. Quería que la faena fuera explosiva, sin guardarme nada. Me iba a ir al centro del ruedo cuando el maestro Encabo me frenó, vio algo que a mí se me escapó. En la primera serie el toro se vino con violencia. Me enganchó del hombro, me tiró al suelo y ahí vino todo: paliza, cornada… Y aún así, decidí seguir.
¿Fue consciente desde el primer instante de la gravedad de la cornada?
Sí. Sentí claramente que el pitón estaba dentro, que algo se había desgarrado. El pene sangraba, la zona lumbar dolía como si me hubieran golpeado con una piedra. Pensé que era un pisotón, pero cuando me bajaron la taleguilla en la enfermería, vimos que había sangre en la espalda y un desgarro fuerte más abajo. Aun así, mi única pregunta era si podría volver a salir.

¿Cómo vivió la vuelta al ruedo?
Fue una vuelta con peso, de esas que saben más que muchas orejas. Me sentí respetado, comprendido. La gente entendió que aquello no era una pose, que lo que había puesto era el alma. Recuerdo que de novillero corté una oreja aquí, pero esta vuelta al ruedo me ha llenado mucho más.
¿Tuvo claro que iba a salir a matar al sexto toro?
Lo tuve claro desde antes de entrar a la enfermería. Me tenían que arrancar una pierna para que no saliera. Los médicos hicieron su trabajo rápido y bien, y yo el mío: salir a portagayola, porque Madrid lo merece. Este público no acepta medias tintas, y yo tampoco.
¿Qué sintió al recibir al sexto después de lo vivido minutos antes?
Que tenía que intentarlo todo, aunque el toro no quiso pelea. Mi objetivo era dejar un par de tandas que valieran la pena, que el público recordara. No se pudo, pero el esfuerzo estaba ahí. En este momento de mi vida no hay otra forma de afrontar el toreo. Es todo o nada.
¿Qué le dice la gente tras una tarde así?
Muchos se han acercado con respeto y emoción. Me dicen que esto ha sido toreo del de verdad. Y yo respondo siempre lo mismo: así lo concibo, no sé hacerlo de otra manera. Entiendo el toreo como entrega total, como una forma de vida que exige sinceridad.
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