«Una chica Berlanga», que se fue sin un Goya de Honor
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"Creo que con mi carrera me merecía un Goya de Honor". Así de rotunda fue Amparo Soler Leal en la última entrevista que concedió el pasado verano, en la que recordaba que la Academia de Cine "la fundó mi marido"y se declaraba "una chica Berlanga".
Durante la entrevista concedida a Eduardo Vallejo a la revista Aisge Actúa, de la Sociedad de Gestión de Artistas e Intérpretes, coincidiendo con su 80 cumpleaños, la actriz repasó los mejores momentos de su intensa trayectoria profesional, que se inició a finales de la década de los cuarenta.
Sus padres, Salvador Soler Marí y Milagros Leal, no querían que subiera a los escenarios. Sin embargo, Amparo fue la encargada de dar continuidad a una familia de actores, marcando hitos sobre las tablas y participando en el mejor cine de los maestros españoles.
Durante la entrevista, reconoció que la obra que más le había costado hacer a lo largo de su fecunda carrera había sido "La señorita Julia", una obra "muy difícil y ácida que exigía un gran esfuerzo día tras día, aunque me dio muchas satisfacciones".
Frente a la puesta en escena de la obra escrita por el sueco August Strindberg, en el trabajo que más se divirtió fue en el rodaje de "Usted puede ser un asesino", en el que "todos los actores tenían un gran sentido del humor que, unido al guión, hizo de ese rodaje algo especial".
Tuvo compañía propia, algo que "tal y como están las cosas, no se lo recomiendo a nadie"; y fue meritoria en el María Guerrero en una época en la que "Miguel Narros era el galán de la compañía, fue un gran director, porque había sido un gran actor", y Luis Escobar ejercía de director. "Era encantador con todos los torpes, entre los que me encontraba yo".
Una enfermedad la alejó del teatro a mediados de los setenta y, al recuperarse, fueron varias las ofertas cinematográficas que le hicieron por lo que no regresó al teatro hasta 1995 con el "Zoo de cristal".
"Por entonces me apetecía más hacer cine y me llegaban papeles que no podía rechazar", aseguraba la actriz, para quien su mejor papel en el cine fue en "Bearn o la sala de las muñecas", dirigida por Jaime Chávarri y basada en la novela homónima de Llorenç Villalonga.
Con siete películas bajo su dirección, Amparo Soler Leal se declaraba "una chica Berlanga", aunque reconocía que Buñuel "era también un genio, pero de otro estilo". Sobre Almodovar consideraba que le había dado un papel en "¿Qué he hecho yo para merecer esto?", porque Julieta Serrano no podía hacerlo. "Jamás me ha vuelto a llamar".
A lo largo de la entrevista, la actriz recordó también el rodaje de "La gran familia", dirigida por Fernando Palacios, en la que una de sus hijas en la ficción era mayor que ella, "¡Y a la segunda la debí de parir con tres años! Era algo irreal".
Del rodaje de "El crimen de Cuenca"recordaba que todo era triste y que Pilar Miro la perseguía todo el día para ver si llevaba suficientes ojeras.
Le gustaban como actores Johnny Depp, Fernando Guillén y Bardem y no era "gran fan"de trabajar en televisión. "La velocidad del medio nunca me ha gustado, porque se pierden todos los matices. Los actores no parecen ni de cine ni de teatro".
En este medio grabó la serie "Tres eran tres", de Armiñan, y 25 años después "Querido maestro", que tuvo un gran éxito en 1997 y 1998. "La productora me dijo que Imanol Arias se había subido a la parra con sus pretensiones económicas y que por eso la suspendieron. No sé si es cierto o no".
Para Televisión Española presentó en 1989 el concurso "Juego de niños", en el que la forma de puntuar era mediante "gallifantes". Muchos años después seguía sin perdonar que se hubiera retirado este programa.
"Creo que ha sido la única vez que he llorado. Me encantaba presentar ese programa. Nunca supimos qué había pasado. Unos decían que Pilar Miró se lo había cargado; otros, que la dirección de Barcelona, pero nunca llegué a saber la verdad. Ya me gustaría, ya".
La entrevista finalizaba con la pregunta "Qué le pediría hoy Amparo Soler Leal a la vida", a lo que la actriz contestó: "Que dure. ¡Ah! Y quiero agradecer a la Academia de Cine, que fundó mi marido, que nunca hayan pensado en mí para un Goya de Honor. Creo que con mi carrera me lo merecía.