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Madrid

Una puerta abierta al arte

Luiz Augusto Teixeira presenta una muestra exuberante en la Sala de Arte Santander

La obra «Miracolo italiano», de Damián Ortega, introduce a los visitantes en la exposición
La obra «Miracolo italiano», de Damián Ortega, introduce a los visitantes en la exposiciónlarazon

Luiz Augusto Teixeira presenta una muestra exuberante en la Sala de Arte Santander.

Luiz Augusto Teixeira lleva dieciocho años coleccionando las diferentes formas de ver el mundo que tienen las personas. A finales de los años noventa, este abogado brasileño residente en Lisboa, movido por la curiosidad adquiría en una subasta londinense dos dibujos –uno de Howard Hodkin y otro de Hans Hartung– que le servirían como pasaporte para viajar por primera vez al por entonces territorio inexplorado del coleccionismo y descubrir el significado de la palabra pasión. Una pasión cuyos resultados pueden verse por primera vez en Madrid a través de la muestra «No habrá nunca una puerta. Estás adentro», que ofrece la Fundación Banco Santander en la Sala de Arte Santander de la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte hasta el 9 de junio y que recoge aproximadamente un 20 por ciento de la «Coleção Teixeira de Freitas». Más de trescientas obras conforman esta extensa colección que adopta como título las primeras líneas del poema «Laberinto» de Borges para preludiar la experiencia desordenada e intencionadamente caótica que supone visitarla. «El arte no tiene que ser fácil. La idea de esta exposición es que el espacio se relacione con las obras de forma laberíntica y por eso al final del recorrido hay una proyección de Alexandre Estrela que obliga a volver al inicio. No hay rumbo», comenta la comisaria e hija coleccionista, Luiza Teixeira, en el transcurso de la presentación.

El arte conceptual tiene una importancia capital en una exposición en la que hay cabida para la confluencia de obras temática y estéticamente muy diferentes pero desde el punto de vista simbólico muy parecidas, pues todas ellas se definen a través de la esencia inquieta, impulsiva y aleatoria del criterio de los coleccionistas. Con una humildad manifiesta, el brasileño confiesa sentirse parte secundaria de la muestra, insistiendo en el hecho de que el protagonismo debe recaer sobre el perfil de los artistas que han participado. Un total de casi doscientos entre los que destacan nombres como el de Jonathan Monk, Nina Canell, Jonathas de Andrade, Jorge Macchi, Thomas Ruff, Sofía Hultén o el prolífico Damián Ortega, que han sido capaces de crear un auténtico crisol de pinturas, esculturas, fotografías, vídeos, dibujos, instalaciones y collages. No hay límite establecido, marco cerrado ni posibilidad de establecer una definición exacta de la presentación, ya que tal y como indica Luiza, «hablamos de una auténtica obsesión humana por la perseverancia a la hora de coleccionar obras. Esa motivación es un rasgo claramente discernible en la forma en que se ha ido modelando la colección, tanto la completa, como la selección expuesta en la sala».

Espacio sin salida

La necesidad de conocer y estudiar la realidad del arte contemporáneo fue una de las razones que impulsó a Freitas a iniciarse en este mundo: «Necesitaba poder aprenderlo y pensé que la mejor forma de hacerlo era observando las obras de cerca». Gracias a esa sed de conocimiento, es posible disfrutar en la capital de un arte visceral que no tiene salida, ni respuesta, ni finales, ni puertas que se cierran. Sino una ventana inmensa de posibilidades capaces de construir opiniones y fabricar pensamientos en los que encontrarse y perderse una y otra vez.