Los valiosos vestigios que dejaron los primates
Derivada de los planteamientos de la primatóloga Jane Goodall, esta nueva disciplina examina la relación entre los primates y la tecnología, así como el registro material de su vínculo
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La arqueología consiste en el estudio de la cultura material del ser humano y de nuestros ancestros en el largo proceso de evolución. Ante este propósito, numerosas disciplinas auxiliares se han desarrollado para aportar una aproximación más específica y sectorial como, por ejemplo, la arqueozoología y la arqueobotánica, que se ocupan del análisis de los restos animales y vegetales en contextos arqueológicos, fundamentales para contextualizar en el medio a nuestros antecesores. Desbordando el enfoque de la arqueozoología, surgió una nueva perspectiva comparativa gracias al trabajo de la primatóloga Jane Goodall, que, a mediados del siglo XX, constató el uso de herramientas para la captura y consumo de termitas por parte de los chimpancés de la comunidad kasakela de Gombe (Kenia).
Desde un inicio se valoró su utilidad comparativa con los hábitos de los primeros homininos. Este primer paso llevó a una mayor reflexión conforme los hallazgos se sucedían, surgiendo una fascinante nueva disciplina: la arqueología de los primates, planteada por primera vez en una reunión en Cambridge en 2008, aunque su manifiesto fundacional fuera el artículo «Primate archaeology» publicado en 2009 en «Science» firmado, entre otros, por los españoles Adriana Hernandez Aguilar y Rafael Mora. Uniendo los métodos y enfoques de la arqueología y la primatología, planteaba el análisis de los usos tecnológicos y el comportamiento no sólo de los chimpancés, los simios más cercanos al ser humano, que se separaron de nuestros ancestros hace unos 5-7 millones de años, sino también del resto de primates conforme se ha acreditado una mayor extensión del uso de herramientas entre los miembros de este orden.
Una constatación que, según estos investigadores, contribuye a comprender mejor a las primeras especies de homininos y su relación con la tecnología. Aunque se les haya atribuido al homo habilis la autoría de las primeras herramientas de piedra, es decir, la industria olduvayense, el hallazgo de instrumentos fechados con anterioridad en conjunción con la inaudita calidad y perfección de esta tecnología les llevó a pensar a que no fueran los primeros homininos en emplearla.
Así nació «un nuevo campo interdisciplinar que examina el registro material del pasado y el presente de todos los miembros del orden de los primates», puesto que el empleo de métodos privativos de la primatología y la arqueología contribuyen a «una nueva comprensión de los orígenes y la evolución del comportamiento humano». Esta fascinante nueva disciplina ha proporcionado interesantes resultados, si bien se focaliza fundamentalmente en el análisis de la tecnología lítica. Un nuevo artículo, «Primate archaeology 3.0», publicado a finales de 2023 en el «American Journal of Biological Anthropology» por las investigadoras de la Universidad de Oxford Alejandra Pascual-Garrido, Susana Carvalho y Katarina Almeida-Warren, apunta cuatro enfoques basados en los progresos recientes de la investigación primatológica que encajan en el estudio de nuestros antepasados más remotos.
El primero es el análisis de «la tecnología vegetal», de lo efímero que, aunque no siempre se observa en el registro arqueológico, constituye la tecnología mayoritaria empleada por los primates actuales, como los monos silbadores, los orangutanes o los chimpancés, para la obtención de comida y también para otros fines. Una circunstancia que, por lo demás, ha llevado a que diversos investigadores reconsideren la ocupación de espacios de los homininos tempranos.
Por otro lado, insisten en la «arqueología más allá de la tecnología», es decir, el estudio de hábitos no tecnológicos como la peladura de cortezas de árboles, el lanzamiento de piedras o el repiqueteo de árboles con afán comunicativo, percibibles a partir del desgaste y que, estiman, podrían dejar un rastro arqueológico en yacimientos de homininos tempranos. Asimismo, apuntan que se pueden comparar directamente los hábitos alimenticios de los primates actuales con los homininos mediante el estudio del microdesgaste dental o el análisis de las dietas a partir de los isótopos estables. Una tercera línea de investigación es la «arqueología del paisaje», el estudio del impacto en el hábitat de los primates, como en el caso del macaco cangrejero de Birmania, que emplea instrumentos de piedras para obtener recursos marinos y cuya experiencia ha sido empleada como modelo explicativo para «la comprensión del rol del medio costero en la evolución humana».
El último ámbito que distinguen es la «herencia cultural primate», que responde al reconocimiento de la existencia de una diversidad de tradiciones de usos tecnológicos en las comunidades de chimpancés que, sostenidas en el tiempo, permite distinguir la existencia de culturas similares a la que se percibe entre las comunidades de homininos que bien merece la pena salvaguardar. En definitiva, un ámbito de estudio fascinante que permite conectar con aún más fuerza a nuestra especie y su desarrollo evolutivo con la biología de nuestro planeta y que, por esta misma razón, habría horrorizado al eminente Dr. Zaius de «El planeta de los simios».