Vicente Vallés: "Los periodistas no somos azote de nada, somos informadores"
El presentador y colaborador de LA RAZÓN ofrece su visión sobre el periodismo
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Nada es tan efímero como la actualidad y usted vive de contarla. ¿Devorar noticias sin parar le hace sentir que envejece más deprisa?
No especialmente. Me hace sentirme más vivo. Porque no nos da tiempo a aburrirnos de contar algo cuando ya ha surgido otra cosa, y eso es casi un chute de vida diario. Es verdad que quizá, porque nos acabamos olvidando de lo que pasó en tiempos anteriores, la sensación que tenemos es la de que todo va más rápido de lo que iba antes.
Las buenas noticias son las más gratas de dar, pero son las malas las que enganchan a la audiencia. ¿Tenemos un problema?
No lo creo. A mí me enganchan mucho las buenas noticias, lo que ocurre es que no siempre las tienes. Hay pocas noticias que haya tenido tanta satisfacción en dar como el descubrimiento de una vacuna contra el covid. Hay un cierto mito de que los periodistas estamos deseando que haya malas noticias para contarlas.
No hablaba de los periodistas, sino del espectador, del oyente, del lector. Existe un morbo inherente a la condición del ser humano.
Como todo el mundo está interesado en las noticias en general, cuando son malas también atiende a ellas. No creo que sea necesariamente por morbo, sino por la necesidad de estar bien informado.
Las líneas editoriales no son objetivas ni pretenden serlo. ¿Choca eso con la idea utópica del «periodista neutral» que informa y no opina?
El periodista debe informar. Y siempre que informas, seleccionas. Uno de los trabajos fundamentales de los periodistas es seleccionar las noticias que damos y, también, las que no damos, y ahí ya estamos opinando. La segunda decisión es cómo vamos a contar esas noticias. Y cada periodista toma la decisión de contarlas de una forma o de otra. Contarlas y analizarlas, y eso implica, inevitablemente, un porcentaje de subjetividad que no sólo creo que sea inevitable, sino que además es bueno. Una de las cosas que diferencia a los países democráticos de los que no lo son es que hay medios de comunicación libres que pueden analizar las noticias como consideren oportuno y, en consecuencia, los ciudadanos también. Es en los países autocráticos donde los análisis periodísticos no existen, o sólo existe uno, que es el que decide el poder.
Se le ha llegado a definir como el «azote del Gobierno de Sánchez» o el «azote de Podemos». ¿Se ve reconocido ahí?
Eso es una idiotez.
¿Puede argumentarlo?
Los periodistas tenemos la obligación de ser examinadores del ejercicio del poder, y examinamos, lógicamente, a quien está en el ejercicio del poder y, también, a quien desea estar en el ejercicio del poder. Cualquiera que con un mínimo de eso que dicen tanto de la objetividad quiera analizar cómo se dan las informaciones en los medios de comunicación, podrá advertir que estamos analizando el ejercicio del poder de quien ejerce el poder y, cuando corresponde, también el ejercicio de aquellos que desean alcanzarlo. Quien lo quiera ver de otra manera está en su derecho pero nosotros no somos azote de nada, somos informadores.
¿Del 1 al 10 qué nota le pone al periodismo político español? En relación con otros países democráticos.
Aquí hay muy buen periodismo, en todos los ámbitos, igual que lo hay fuera. Y puede haber quien considere que hay un ejercicio malo del periodismo, pero igualmente también lo hay fuera. No creo que estemos por debajo del nivel medio de los países democráticos de nuestro entorno.
¿Veremos alguna vez un gobierno de coalición entre el PSOE y el PP?
Lo veo difícil porque no hay voluntad, pero en política puede pasar cualquier cosa y hemos visto casi cualquier cosa. Quizá ha habido momentos complicados de nuestra historia reciente en los que eso hubiera estado bien. Hablo de la crisis financiera, 2008 y los años siguientes, o cuando llegó la pandemia de covid, que era una situación extraordinariamente compleja. No hay voluntad en los partidos políticos, y tampoco estoy muy seguro de que la haya en la mayor parte de los votantes, para que eso se produzca. No me parecería una barbaridad, porque hemos visto ejemplos bastante exitosos, como el de Alemania, donde durante años ha habido una gran coalición entre el partido de centro derecha y el de centro izquierda y no tendría por qué ser tan extraño que eso pudiera pasar aquí también.
«Yugos os quieren poner gentes de la hierba mala, yugos que habéis de dejar rotos sobre sus espaldas» (Miguel Hernández). ¿A quién se lo aplicamos hoy?
Hay una mala tendencia a intentar poner yugos a quien no piensa como tú, y esto es aplicable casi a cualquiera, desde un lado del espectro al otro. Y hablo de la sociedad en general. De mucha gente que no ocupa cargos políticos ni aspira a ocuparlos y que tiende a poner yugos a quienes opinan diferente. Esta es una muy mala costumbre que se ha potenciado en la actualidad por las redes sociales. Lo que Miguel Hernández escribió hace tantos años sigue siendo válido hoy.