Sección patrocinada por: sección patrocinada

Fútbol

El Barcelona escapa del ridículo en Ibiza (1-2)

Doblete de Griezmann. El conjunto azulgrana, en un partido pobre, pasa un muy mal rato ante el Ibiza, que se puso por delante y amenazó con la proeza

UD IBIZA BARCELONA
El centrocampista del Ibiza Miguel Núñez (c) controla el balón ante el delantero francés del Barcelona Antoine Griezmann (i) durante el partido de dieciseisavos de final de la Copa del Rey que se disputa este miércoles en el estadio de Can Misses. EFE/ Sergio G. CanizaresSergio G. CanizaresAgencia EFE

El Barcelona sigue adelante en la Copa del Rey... De milagro. El Ibiza, un equipo de Segunda División B, estuvo a un paso de eliminar a las primeras al finalista de las seis últimas ediciones poniendo mucho corazón y ganas y anulando a un rival que ni mucho menos iba con lo puesto. Vale que no estaba Messi, pero sí Rakitic, De Jong, Lenglet, Ansu Fati o Griezmann, que fue el salvador de los suyos. El francés rescató al Barça del ridículo del marcador, de que el comienzo de Quique Setién en el banquillo azulgrana hiciera más ruido todavía en la Ciudad Condal que el paso del huracán Gloria, pero no de las sensaciones en el juego. Casi lo peor del equipo fue que le costó un mundo generar ocasiones y que volvió a tener posesión vacía. La pelota es el camino de que el Barcelona vuelva a reconocerse, pero no sirve sólo con tenerla, hay que hacer daño con ella, y eso es lo que quiere Quique Setién, pero de momento no le está saliendo. Dos ocasiones tuvo Griezmann y las dos fueron a la red. Ambas en los instantes finales, la última, de hecho en el minuto 94.

Pero es que hasta el 68 no tiró entre los tres palos. Fue un intento de Rakitic desde lejos con la pierna izquierda, flojo, que un niño pequeño hubiera parado. No tenía manera el Barça de desbordar a un rival en el que iban todos a una, desde Ángel, el delantero, hasta el portero Germán. En cada jugada se dejaban la vida y, además, a la primera oportunidad que salieron de su campo encontraron el gol que llevó la fiesta a la grada. Rai entró por la izquierda, centró y Javi Pérez apareció desde atrás para rematar pegado al poste. Se despistó Riqui Puig en la marca, se quedó parado y le «robaron» la cartera. Después de sus buenos minutos ante el Granada el pasado domingo en Liga, definitivamente ayer no fue su día. Ni el de él ni el de casi ninguno de los canteranos. Una oportunidad perdida para ellos.

Todo era incómodo para el Barça, que no encontraba profundidad con el esquema por el que apostó Setién. Tres defensas (sólo un central, Lenglet, más Sergi Roberto y Júnior), dos carrileros (Ansu Fati y Semedo), tres más por el centro y dos delanteros: Griezmann, al que le costó aparecer, pero lo hizo para ser decisivo; y Carles Pérez, perdida en esa posición indefinida. Nada por los costados y nada en las paredes por el medio. Si a eso se unía el campo de césped artificial, la lluvia y el frío, para qué queremos más. Por momentos, los futbolistas parecía que pisaban con miedo, como de puntillas, se resbalaban. El descontrol fue a más, por mucho que la posesión fuera escandalósamente a favor del equipo «grande». Llegó al descanso sin decir ni «mu». Bueno, como mucho alguno pensaría: «Uff». Porque el resultado era lo mejor. Justo al final de la primera parte Rai lanzó al palo tras una gran maniobra en el área y Ángel se precipitó por intentar rematar rápido y tiró demasiado centrado, cuando estaba a apenas unos metros de la portería.

El arranque de la segunda mitad fue más confuso todavía. Nada de nada. Ni un poco de miedo al rival, de agobio, de que sintiera que la noche se iba a hacer eterna. En medio de la oscuridad Frenkie de Jong encontró la luz. Fue de los futbolistas más participativos y por el centro encontró un camino que le conectara con Griezmann. El pase fue perfecto y la definición del rubio de la coleta, impecable. Alguna cara de alivio sí se vio en el banquillo y en el campo. Setién puso en el césped a todo lo que tenía, con Jordi Alba, Arthur y Arturo Vidal. El brasileño pareció dotar de algo más de sentido al juego, que se interrumpía constantemente con faltas. Cuando la prórroga parecía inevitable, Griezmann volvió a encarar a Germán y la sorpresa no se consumó en Can Misses. Pero tiene mucho que pensar el Barça.