Fútbol
Peiró, de ídolo del Metropolitano a despedido por Jesús Gil en la pretemporada
Ha fallecido a los 84 años. Fue jugador y entrenador del Atlético y dirigió al Málaga cuando ganó su único título europeo
La última referencia de Joaquín Peiró en el fútbol de élite lo sitúa en el banquillo del Málaga, al que dirigió en su único título europeo, la Copa Intertoto de 2002. Era ya un veterano que había cumplido la edad de jubilación, un maestro que apuraba sus últimas clases en la Costa del Sol antes de que el equipo alcanzara los cuartos de final de la Champions.
Después entrenó al Murcia, lo que le permitió cerrar el círculo de su carrera futbolística, terminar como entrenador en el mismo lugar donde comenzó como jugador. Peiró fue un ídolo en el banquillo del Málaga, el único técnico con el que ha ganado un título europeo.
Un récord difícil de igualar. Casi tanto como el que “consiguió” en el banquillo del Atlético gracias a Jesús Gil. El indescriptible mandatario rojiblanco lo despidió en la pretemporada, alarmado por la falta de resultados. Habían pasado muy pocos meses desde que Gil lo sacara del Figueras para sustituir a Clemente como técnico rojiblanco en la temporada anterior.
La voracidad de Gil con los entrenadores no entendía de leyendas. Peiró, que nunca llegó a jugar en el Calderón como rojiblanco, fue el ídolo del Atlético que ganó la Recopa en el 62. “El Galgo del Metropolitano” lo llamaban. Un héroe que tuvo que sacrificarse y abandonar el club para que sus compañeros pudieran cobrar.
Su traspaso al Torino permitió pagar los sueldos de los futbolistas que se quedaron mientra el Atlético buscaba la financiación para su nuevo estadio, el Manzanares (luego, Vicente Calderón). Era el más cotizado de los jugadores rojiblancos. En Italia dio lo mejor de su carrera, aunque el Torino, en realidad, le sirvió para dar el salto al Inter de Milán que entonces dominaba Europa con Helenio Herrera al mando. Como compañero de Luis Suárez en el campo, ganó la segunda Copa de Europa del club “neroazzurro”.
Allí dejó la jugada que le hizo pasar a la historia en unas semifinales de la Copa de Europa. Mientras Lawrence, el portero del Liverpool, botaba el balón con tranquilidad, Peiró se lo robó en uno de los botes y marcó gol. Esa jugada le llevó para siempre al corazón de los aficionados del Inter.
Con la selección jugó el Mundial del 62 en Chile, donde España tuvo la mala suerte de coincidir con Brasil en la fase de grupos. Repitió cuatro años después, en Inglaterra, donde la Roja -aunque entonces nadie la llamaba así- tampoco superó la primera ronda.
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