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Europa League. El Sevilla es un grande

Un gol de Ocampos a falta de tres minutos da la victoria a los sevillistas ante el Wolverhampton y lo clasifica para las semifinales de la Liga Europa

Los jugadores del Sevilla celebran el gol de Ocampos
Los jugadores del Sevilla celebran el gol de OcamposFriedemann VogelAP

Y en el minuto 88, por fin, Ocampos metió la cabeza para mandar a la red el pase de Banega. La resistencia del Wolverhampton superada por fin y el Sevilla, a semifinales de la Liga Europa, su competición, la que ha ganado cinco veces y en la que se siente un gigante. Se siente o lo es, porque los partidos los gana por una razón fácil de contar y difícil de hacer: es mejor que los rivales. Punto.

Y eso que ante el conjunto de Nuno comenzó con dudas. El tren con destino a la portería del Sevilla partió a los once minutos de comenzar el partido. La locomotora tiene nombre, Adama Traoré, y para tortura del conjunto español no admite pasajeros. Es un futbolista que parece un jugador de rugby o un culturista con el balón avanzando juntos a todo trapo. Trató de «subirse» Fernando, pero nada. Demasiado rápido. Se rindió también En-Nesyri y lo intentó por último Diego Carlos, que se lanzó al suelo e hizo penalti. Estaba avisado del peligro el conjunto de Lopetegui pero ¡cómo parar eso cuando aparecen espacios! La labor la tenía que culminar Raúl Jiménez, un experto lanzador de penas máximas al que Bounou tenía estudiado. Sabía que el delantero trataría de aguantar hasta el último momento y en cuanto el guardameta se moviera, tiraría al otro lado. Y Bounou aguantó sin pestañear casi y obligó a un tiro forzado que logró detener. Se adelantó un poco y el VAR lo podía haber revisado por esa absurda nueva norma, pero ahí se quedó.

Lo que podía haber supuesto un golpe duro para el conjunto español se convirtió en todo lo contrario. La parada lo cambió todo tras ese arranque en el que el Sevilla no mandaba y sufría. Pero entonces Banega comenzó a aparecer, lo mismo que Ocampos o las subidas de Jesús Navas por la derecha. Se apagó el Wolverhampton, o lo apagó el equipo hispalense, que tuvo la más clara en ataque antes del descanso en un disparo de En-Nesyri y en otro de Ocampos que pasó cerca del poste. Lo importante era que se había ordenado y con el balón en su poder, al tren Adama le costaba encontrar espacios para liarla de nuevo. Con más intensidad y más intención, al conjunto inglés empezó a durarle la posesión un pase y medio.

No es un equipo fácil el Wolves. Con tres centrales que se convierten en cinco defensas cuando se tienen que replegar, entrar por ahí es una tarea complicada. Tras el extraño comienzo, el partido entró en la dinámica que se esperaba: la lucha entre los pases, la elaboración y el juego por las bandas de los españoles contra el vértigo de los ingleses. Pero los chicos de Lopetegui lograban que el campo se hiciera muy pequeño. Con riesgo, porque el equipo español estaba muy tirado arriba para cortar el balón cuanto antes y que sólo se jugara en una dirección, pero el plan le salía. Otra cosa era encontrar el camino del gol: En-Nesyri en una acción de pelea, Koundé en un cabezazo tras un centro de Suso... Faltaba descubrir la manera y no perder la concentración porque un desajuste en la presión podía ser letal. Pero Fernando, Diego Carlos y Koundé estuvieron impecables en esa labor.

Para el ataque Lopetegui movió el equipo al final, pero el premio fue para uno de los futbolistas más determinantes este curso. Banega puso el pie y Ocampos la cabeza. Ya estaba. Gol y a semifinales en busca de un transatlático como es el United. ¿Pero quién es el grande en la Liga Europa?