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Champions League: prestigioso empate del Sevilla en el campo del Chelsea

Los de Lopetegui fueron por momentos superiores a su rival en Stamford Bridge

Lucas Ocampos, toca el balón de espuela
Lucas Ocampos, toca el balón de espuelaAdam Davy / POOLEFE

Menos de un mes después de llevar hasta la agonía de la prórroga al todopoderoso Bayern, el Sevilla se fue a Stamford Bridge, la mansión que habita el más rico del barrio, para sacar un punto de ley en uno de esos «ceroaceros» que dejan un regusto agradable en el paladar del buen aficionado, del que no se queda en el efectismo del toque y aprecia como un espectáculo las colisiones de veintidós atletas dirigidos por dos estrategas desde el banquillo.

Julen Lopetegui, que no se termina de sacudir la pelusilla cobardona en según qué partidos, alineó a Gudelj en el doble pivote con Fernando. En esta ocasión, sin embargo, el exceso de prudencia era sólo aparente, pues el Sevilla dominó una primera media hora en la que el Chelsea sólo compareció por las inmediaciones de Bono con una carrera de Werner que tapó bien Sergi Gómez, lesionado poco después. El centrocampista serbio, de hecho, estuvo a punto de adelantar a los suyos en un cabezazo que desvió Zouma.

La salida del central catalán, a quien suplió su paisano Joan Jordán, no modificó el dibujo de un once que se plantó con Fernando como pareja de Diego Carlos y siguió generando peligro antes del descanso, con Suso, tras jugadón de Acuña que hizo la pared con el banderín de córner, y con Ocampos.

A la vuelta de vestuarios comparecieron los ingleses más hambrientos, como aguijoneados por 45 minutos de sufrimiento inesperado. Bono, que hasta entonces había intervenido sólo en alguna meritoria acción con el pie, hubo de emplearse para detener los remates sucesivos de Zouma, Werner –un tiro raso de lo más dañino– y Chilwell. La réplica de Lopetegui fue quitar a su protegido, el casi siempre desdibujado Suso, para que Ocampos y Navas se asociasen al fin en la derecha.

La amenaza surtió efecto, porque los locales se apresuraron a refugiarse más cerca de su área y, si es cierto que no abundaron las ocasiones andaluzas en esa fase del encuentro, excepto una espectacular volea de Joan Jordán que rozó el travesaño, no es menos verdad que amainó el acoso «blue», hasta el punto de que el partido terminó con el Sevilla poniendo un par de saques de esquina sobre la portería británica.

Lo mismo que hace dos semanas en el Camp Nou, el Sevilla no sólo empató en uno de esos campos en los que casi todo el mundo pierde, al menos los visitantes de su tamaño, sino que se fue al hotel con la sensación de haberse dejado dos puntos en el envite porque, sí, este año también echa de menos a un atacante desatascador que encuentre el golito en los partidos cerrados. Pero, ¿qué más le vamos a pedir a este grupo que siempre rinde al 120 por ciento?