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Jaume consagra a Suso en la victoria del Sevilla

El portero del Valencia se tragó el tiro con el que el gaditano dio la victoria al equipo de Lopetegui

Los jugadores del Sevilla FC festejan el gol marcado por Suso ante el Valencia
Los jugadores del Sevilla FC festejan el gol marcado por Suso ante el ValenciaKai FörsterlingEFE

Ochenta y tantos minutos de fútbol habían dejado claro por qué este Sevilla aspira a renovar su plaza en la Champions mientras que este Valencia se conformará con permanecer en Primera sin demasiados apuros. Habían tenido los locales un par de ocasiones para ponerse en ventaja, por aquello de que la pelota es redonda y bota para donde quiere, pero la tarde había dejado patente la enorme diferencia que separa hoy a los dos clubes que miran desde menos lejos al trío de grandes de la Liga. El marcador, sin embargo, seguía virgen hasta que...

En ocasiones, las crónicas deportivas acogen expresiones hiperbólicas o palabras de significado demasiado rotundo para los matices que encierra un deporte tan complejo como el fútbol. Por ejemplo, «monólogo», un término que se emplea a menudo y pocas veces, como ayer en Mestalla, en todo el esplendor de su literalidad. Porque en la primera parte, sí, sólo el Sevilla habló sobre la pradera valenciana ante un equipo local cuya táctica consistía en amontonar gente –y gente tan poco competente como Mangala o Diakhaby– en las barbas de su portero. Si el pleito no estaba liquidado en el descanso, fue por De Jong no era capaz de rematar ninguno de los setenta u ochenta centros, escrito quede sin ánimo de exagerar, que sus compañeros le pusieron con ventaja.

Del ataque del Valencia hubo dos noticias en todo el partido, excluidas las arremetidas de un Guedes que, más que jugar, pegaba alpargatazos en el suelo para levantar polvareda, como los malos novilleros. Dos disparos de Cheryshev, uno en cada periodo, exigieron a Bono maneras de portero de equipo grande, pues el marroquí aunó en ambas intervenciones el mérito técnico con una no menos meritoria concentración, esa capacidad de estar metido en faena, aunque el rival se asome poco por los propios dominios.

A medida que transcurría el segundo tiempo, se iba aculando la tropa de Gracia y apretaba más el Sevilla, espoleado también por los cambios de un Lopetegui que esta vez sí acertó con los cambios. Dos de los relevos, Rakitic y En-Nesyri, desperdiciaron dos oportunidades francas y el triunfo visitante parecía inevitable. Pero quedaban menos de diez minutos, y nada. Hasta que...

Hasta que Joan Jordán conectó con Suso con un pase vertical en una de las muchas jugadas en las que el Valencia se destapó. No es un guepardo el gaditano, que estuvo más bien lentote en la conducción, pero que se guardaba en el pie izquierdo el recurso de su calidad: recortó hacia dentro al bisoño Molina, que se zampó el amago, y largó un chupinazo desde el balcón del área. Fuerte, de acuerdo, pero demasiado centrado para batir a un portero de élite, sólo que Jaume manoteó como un papamoscas y la pelota entró. Sin tiempo para que el paso atrás de Julen Lopetegui tuviese consecuencias en el marcador.