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Real Madrid-Real Sociedad (1-1): El error de Zidane

Portu marcó primero tras un cambio de dibujo de Zidane y Vinicius empató al final

Varane e Isak en el Real Madrid-Real Sociedad de LaLiga
Varane e Isak en el Real Madrid-Real Sociedad de LaLigaBernat ArmangueAP

Iba todo bien en el Real Madrid contra la Real Sociedad durante el primer tiempo y fue casi todo mal después del descanso, cuando Zidane cambió el dibujo, puso a Casemiro de central, despobló el centro del campo y por ese agujero nació el gol de la Real Sociedad y el ejercicio de supervivencia del Real Madrid tras ese golpe. Salvó una derrota dolorosa con su estilo tan característico: a la carga. Pudo ganar el partido, pudo perderlo y el empate le deja una sensación agridulce.

Zidane, que siempre guarda una sorpresa y cada vez es más intervencionista, normalmente para bien, no acertó al tocar lo que estaba funcionando. Quizá previó el cansancio que iba a llegar a sus futbolistas tras el gran esfuerzo de la primera parte, quizá buscó un poco más de profundidad, quizá quiso sorprender. No resultó. Los hechos son que cuando tuvo que recomponer al equipo para salvar el empate volvió al 4-4-2, con Casemiro de centrocampista (llegando al área para rematar) y no de central. Ahí recuperó el equilibrio y volvió a sentirse superior. No le dio para ganar, pero sí para no ir al Wanda con cara de derrotado.

No fue la única invención del entrenador francés, lo que pasa es que la primera sí que le funcionó. Como el técnico blanco ya empieza a tener refuerzos, vuelve a intentar cosas para sorprender al rival. Si la duda era entre Mariano o Isco, él jugó con los dos y dejó en el banquillo a Vinicius. Es decir, quería el toque del andaluz, pero también tener a alguien para que finalizara las jugadas. Zidane ha confiado en Isco, a veces incluso contra la fe de Isco en sí mismo y ayer dio otro aire al Real Madrid, más dinámico y con más luces cuando se acercó al área. Un Isco recuperado (y parece que está en proceso) es una bendición para este equipo con muchos problemas para el fútbol por dentro. Su toque para Kroos en una llegada del alemán, en la que más cerca estuvo el Madrid de marcar, fue una delicia porque fue simple, pero agilizó todo. Eso es lo que se le pide, más allá de vueltas con la pelota que no llevan a ningún sitio. Si aporta claridad, el Madrid gana enteros. El problema es que no aguantó todo el partido. Mientras, Mariano: no le falta voluntad al sustituto de Benzema y hasta remató una vez al larguero. Sí le falta lo que le gritaron en una carrera a campo abierto, en teoría hacia el área rival, en realidad, a ningún sitio: «¡Tranquilo!», se oyó. Puede que él no lo escuchara.

Con Isco atento, el equipo de Zidane abrió el campo para poner balones en el área, pero también para hacer el campo más grande y que llegaran los hombres de atrás. Lo hizo Kroos, pero también Nacho y probó Modric. Fue un equipo al ataque de verdad y con variantes, que muchas veces domina los partidos y se aburre de hacerlo. La primera parte contra la Real fue armónica, principalmente porque el centro del campo sigue en estado de gracia No sucedió lo mismo en la segunda, cuando todo fue más tosco.

De todos modos, la Real mantuvo el tipo. Sobre todo porque siempre mantuvo un ojo en la portería rival. Sus rápidas transiciones no permitieron un encuentro tranquilo al Madrid, que tuvo que vigilar mucho su espalda. La potencia de Isak y que Oyarzábal y Monreal siempre buscaban la espalda de Lucas Vázquez mantuvieron en alerta a los blancos. Otros equipos se cierran y esperan que al Madrid le mate el tedio. El grupo de Imanol mantuvo la tensión, apretando en la salidas. Y fue mejorando hasta marcar al comienzo de la segunda mitad, con más hombres en el centro del campo y sin Casemiro rondando. Entonces vio su momento y no lo dejó pasar. A la primera que tuvo, Portu la metió dentro. El Madrid, por su parte, había desperdiciado toda la primera parte.

Comprendió Zidane que había que variar de nuevo. Cambió todo el ataque con los cambios y recuperó el dibujo del 4-4-2. Pero a este Madrid hacer dos goles le supone un esfuerzo tremendo. No es que no lo intenté, es que no le sale.