Giro de Italia
Filippo Ganna, el hombre que gobierna los relojes
El italiano es campeón del mundo y ha ganado las cuatro últimas etapas contra el crono del Giro
Filippo Ganna ha vuelto a ser el primero en vestirse de rosa en el Giro. Igual que hizo el año pasado, cuando terminó ganando cuatro etapas, tres de ellas contra el crono. Llegaba ya de ser campeón del mundo de esa especialidad que nadie domina como él. Y nadie la ha dominado así en los últimos años. Ganna ha devorado a la generación anterior y tampoco tiene rivales entre los de su quinta. Por eso es inevitable la comparación con Indurain. Más después de la etapa que ganó en Camigliatello Silano, después de aguantar en una fuga y superar mejor que nadie las dificultades montañosas. Sin despegarse del sillín, sin necesidad de ponerse de pie, elegante y firme. Como Miguel, aunque a él no le guste.
Ganna prefiere mirarse en el espejo de Bradley Wiggins. Como el británico, el primero de su nacionalidad en ganar un Tour, ha tenido una exitosa carrera en el ciclismo en pista antes de dedicarse a descomponer relojes en la carretera. Wiggins completó la transformación hasta convertirse en un ganador de vueltas grandes.
Para Ganna esa pelea todavía queda lejos. Tendría que domar su cuerpo de 1,93 y 82 kilos para superar la montaña con menos dificultades. Un trabajo muy exigente para el que este año no tenía tiempo. Su objetivo principal son los Juegos Olímpicos. Después ya se verá si es capaz de superar las torturas que atravesó Wiggins para ganar el Tour.
«Él empezó en la pista y ajustó su cuerpo hasta ganar el Tour. Lo mismo Thomas. No sé si yo puedo cambiar, pero lo que sí quiero es mejorar y fortalecer mi cuerpo», aseguraba en una entrevista concedida a «Cycling Weekly».
Wiggins cambió la dieta y se sometió a duras sesiones de rodillo encerrado en un invernadero para aclimatarse al calor de las carreteras francesas en julio. No es extraño que después de ganar el Tour sólo le preocupara el oro olímpico en los Juegos de Londres y someterse a una estricta dieta de cerveza.
Ganna tiene otras ambiciones más cercanas. Se sintió como su verdadero ídolo de juventud, Tom Boonen, después de ganar la París-Roubaix sub’23, una hazaña que le gustaría repetir en el campo profesional.
«Quiero intentarlo. Me encantan las clásicas, pero es muy difícil. Debes tener experiencia, buenas piernas y mucha suerte. En los adoquines puedes pinchar o romper la bici en cualquier momento», explicaba en la misma entrevista a «Cycling Weekly». Y reconoce que las grandes vueltas se le hacen largas. Después de las carreras de una semana termina agotado. «Me pregunto cómo lo hacen para seguir dos semanas más a tope en las grandes vueltas», dice.
De momento se conforma con seguir dominando en las etapas contra el reloj antes de afrontar otro de sus siguientes objetivos, el récord de la hora. Ya demostró el año pasado que está preparado para ello. La contrarreloj larga del Giro que ganó es la etapa más rápida de la historia. Ganna alcanzó una media de casi 59 kilómetros por hora. En su gran contrarreloj de Luxemburgo, Indurain alcanzó una media de algo más de 49 kilómetros por hora. Y en la de Bergerac, donde dobló a Armstrong, superó los 50 kilómetros por hora. Ganna ya lo ha superado.
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