Automovilismo
Álex Palou, el gran héroe americano es español
El piloto catalán ha ganado su tercer título de la IndyCar y es considerado uno de los mejores pilotos de la historia
En Estados Unidos, el planteamiento, la gestión y la comercialización del deporte, desde hace muchas décadas, tiene una dimensión muy distinta a la que existe en Europa. Allí está la elite de especialidades como el baloncesto (NBA), el fútbol americano (NFL), el hockey (NHL), pero otros deportes no alcanzan el increíble nivel que tienen en otras partes del mundo, como en el caso del fútbol o el automovilismo. En las cuatro ruedas, sus competiciones no son comparables a la exigencia y la industria que hay en la F-1, pero eso no quiere decir que carezcan de repercusión. Todo lo contrario. Sus competiciones más famosas son la NASCAR (40 carreras al año) y la IndyCar, un certamen de monoplazas cuyo seguimiento a nivel de fans es inmenso en Estados Unidos, Sudamérica y Canadá. Se trata de un campeonato donde todos los coches son iguales. Emplean un chasis fabricado por el especialista italiano Dallara y sólo hay dos suministradores de motores: Chevrolet y Honda. A partir de ahí son los equipos y los pilotos los que deben buscar la mejor configuración. Las carreras se hacen en circuitos urbanos, ruteros (convencionales) y en trazados ovales donde los coches alcanzan velocidades cercanas a los 370 kilómetros por hora, siendo la prueba estrella las 500 Millas de Indianápolis. Compiten equipos míticos como Andretti, Chip Ganassi, McLaren o Rahal-Letterman. Es historia del automovilismo en Norteamérica en una categoría en la que todos los implicados son héroes. Y desde hace cuatro años, un español es la estrella: Álex Palou. Ahora es llamado el nuevo «rey del pollo frito» porque su escudería tiene por costumbre celebrar cada título con una cena repleta de alitas y muslos de pollo y en los últimos cuatro años Palou ha ganado tres títulos. El domingo conquistó su tercer anillo en el ovalo de Nashville.
Tiene 27 años y desde muy pequeño trató de seguir la senda de referencias como Fernando Alonso o Carlos Sainz. Sus descubridores, Genís Marcó y Adrián Campos, fueron los mismos que descubrieron a Fernando Alonso. Palou nació en 1999 cerca del circuito de Cataluña, en Sant Antoni de Vilamajor, cerca de Montmeló y más cerca todavía de Cardedeu, el pueblo de Pedro de la Rosa, donde Palou dio sus primeros pasos con un kart. Su familia, trabajadora con una pequeña empresa, le apoyó desde el principio, pero no son los millonarios que últimamente campan por la F-1.
Palou disputó la F3 española, la GP3 en la que ganó carreras como la de Abu Dabi el mismo día que Esteban Ocon, hoy en Alpine, conquistaba el título. También alcanzó la F2, la puerta de entrada de la F-1, pero sin suerte. Fue entonces cuando decidió marcharse a Japón para correr un campeonato denominado SuperFórmula, un certamen de monoplazas muy seguido en Asia. Allí triunfó y pronto entró en la órbita de Honda, que lo consideró una estrella a la que ayudar. Fue el gigante japonés el que le propuso correr en Estados Unidos la IndyCar, la F-1 de allí, aunque no tenga el mismo desarrollo tecnológico ni mueva los presupuestos que hay en la Fórmula Uno. Honda lo llevó a uno de sus equipos, el Dale Coyne Racing, y allí maravilló a todos por su talento, su velocidad y su forma de conducir. Tanto que desde 2021 ya forma parte del mejor equipo de esta competición, el Chip Ganassi Racing, cuyos motores son suministrados por Honda.
Palou vive en Charlotte –Carolina del Norte– y es una estrella que en esta edición superó a otra referencia de este deporte, Colton Herta. Muchos consideran que la Indy no es comparable a la F-1, pero su dificultad es extrema. La prueba está en las dos incursiones de Alonso en las 500 Millas de Indianápolis. Ganó la primera, pero fracaso en la segunda en colaboración con McLaren.
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