Ciclismo

Bahamontes ya es eterno

Pasó hambre y la bicicleta fue para él una herramienta para ganarse la vida de convertirse en escalera para ascender a cimas legendarias. Ha fallecido a los 95 años

Capilla ardiente de Federico Martín Bahamontes
Capilla ardiente de Federico Martín BahamontesIsmael HerreroAgencia EFE

Dicen los registros oficiales que tenía 95 años, pero Bahamontes era eterno como sólo pueden serlo los mitos. El hombre que subía a las cumbres más rápido que nadie, el primero en ganar seis veces el Premio de la Montaña cuando al mejor escalador aún no se le distinguía con el maillot de puntos rojos. El primer español en ganar el Tour cuando aquello era cosa de extranjeros. Los españoles, y sobre todo él, se conformaban con la montaña. Y Bahamontes, además, con intentar ganar una etapa el día de San Fermín para dedicárselo a su esposa Fermina en el día de su santo.

El mito se llamaba Federico Martín Bahamontes. El hombre se llamaba Alejandro, el nombre que figuraba en su documento de identidad, aunque por cosas de familia todo el mundo le llamara Fede. Y Fede, que era el ciclista del pueblo, fue a ganar el Tour un 18 de julio. Era 1959 y por primera vez en 20 años todos los españoles tenían un motivo para celebrar esa fecha. Tardó cinco horas en llegar a Toledo. «El recibimiento más grande que ha habido ha sido el mío. Ni el Papa ni el Caudillo», le gustaba recordar.

Porque a Bahamontes le gustaba mucho hablar, recordar sus hazañas una y otra vez, aunque a veces las estadísticas oficiales contradijeran a su memoria. Lo que no discuten los números es la admiración que generaba en España. En aquel país acomplejado por la dictadura y herido por la guerra. Un país del que los españoles salían hacia lugares más prósperos como mano de obra barata.

Porque en aquellos tiempos en España se pasaba hambre y Bahamontes no fue una excepción. Él también pasó hambre antes de ser el ídolo que vertebraba España junto a El Cordobés. «He pasado hambre y mucha y no quiero volver a pasarla», decía en 2009 en una entrevista concedida a LA RAZÓN para conmemorar el 50 aniversario de su victoria. Sólo ganó un Tour, pero fue suficiente. «Otros han ganado uno y no lo han contado. No es que lo desee así, pero la chimenea está para usarla», contaba orgulloso de no haber recurrido nunca al dopaje. «¿Cuánto tiempo llevan otros enterrados», añadía. Su secreto, según él, era el hambre. «Para ser bueno hay que pasar hambre», aseguraba, siempre dispuesto a dar un titular.

Federico recordaba que fue también un 18 de julio cuando cogió la bicicleta por primera vez. Fue a una carrera porque se cruzó con dos chavales de Toledo, «Juanito el pescadero y Gerardo». Para él hasta entonces la bicicleta era una herramienta de trabajo. «Iba al mercado a las 7 de la mañana, cogía la bici y a por el estraperlo», recordaba. Bahamontes era un personaje único. Un hombre que creció gracias al ciclismo y que siguió ligado a su deporte después de la retirada, como director del equipo La Casera o como organizador de la Vuelta a Toledo.

Pero lo que más le gustaba era contar historias. Las de sus enfrentamientos con Loroño que dividieron a la España ciclista de la época hasta que Fede le dijo al seleccionador, Dalmacio Langarica, que tenía que elegir: «Loroño o yo». Y Bahamontes ganó el Tour. Pero aquello no hubiera sido posible si una carrera de galgos no le hubiera cambiado la vida. Fausto Coppi, su amigo y gran figura de la época, fue a Toledo mientras Federico y él comían unas migas antes de ver correr a los animales le dijo: «A ver si te dedicas a hacer la general y no tanto la montaña. Que puedes ganar el Tour. Y cuando hagas la general va a venir el Tour y la general». Tenía razón Fausto y fue cuando fichó por su equipo cuando pudo ganar la carrera francesa. Aunque entonces el Tour se corría por equipos nacionales. La única pega que recordaba Fede es que Coppi cedía a sus corredores para las carreras pero era él el que se quedaba el dinero. Al menos, Bahamontes pudo disfrutar del millón doscientas mil pesetas de premio que recibía el ganador. Y de la recepción en el Palacio de El Pardo, donde los nervios que no sentía al subirse a la bici se le acumularon al verse delante de Franco.

Se va el primer español que ganó un Tour y deja un vacío enorme y un montón de recuerdos. «Que sigas volando tan alto como siempre. Siempre te echaremos de menos», le despedía Pedro Delgado en Twitter. «Mi respeto y admiración a Federico Martín Bahamontes, uno de los primeros referentes dentro del ciclismo español». Recordaba Alejandro Valverde. «Un pionero que abrió el camino a muchos. Toda una leyenda», reconocía Samuel Sánchez, el campeón olímpico en 2008. «Se nos ha ido un grande, genio y figura. Triunfó en la época de la posguerra, cuando el hambre y las necesidades estaban por delante del deporte. Nos abrió las puertas del mundo con su triunfo en el Tour de 1959. Fue un ídolo de masas, un genio, un ejemplo», era el sentido homenaje de Eduardo Chozas.

Un hombre al que todo el mundo en su época ponía cara, aunque no siempre la asociaran al nombre correcto. Recordaba Federico que una vez tuvo que firmar un autógrafo en París como si fuera Helenio Herrera. Pero no pudo mantener la ficción hasta el final y después de firmar le dijo a su «admirador» que no era Helenio Herrera. «Soy Bahamontes», le dijo. «Y se fue más contento que si hubiera sido Helenio Herrera», recordaba él. Palabra de Fede.