Vuelta a España
Contador no se rinde
Atacó a falta de 40 kilómetros en la subida al Garbí y sólo Froome pudo seguirle, aunque fueron alcanzados por la mayoría de favoritos
Atacó a falta de 40 kilómetros en la subida al Garbí y sólo Froome pudo seguirle, aunque fueron alcanzados por la mayoría de favoritos.
Alberto Contador parecía derrotado en Andorra. Perdió más de tres minutos en lo que se imaginaba una despedida adelantada. Había anunciado su retirada unos días antes; la Vuelta sería su última carrera y llegaba para «disfrutar y disputar». Pero en la tercera etapa el convencimiento general era que no podría hacer ni una cosa ni otra. Era un héroe derrotado que asistía al final de su era.
Pero Alberto no se rinde. «En Andorra no asimilé nada de lo que comí en el desayuno y durante la carrera y eso hizo que estuviera muerto. Perdí tres minutos y medio, pero podía haber perdido diez o doce», asume. Sin embargo, Contador mira al frente. Atacó en la subida al Garbí, a falta de 40 kilómetros, y puso en fila al pelotón. Es un terreno que conoce, una subida que ha entrenado muchas veces y, aunque no muy prolongada, sabía que podía hacer diferencias. De la Cruz se había caído y muy pocos pudieron seguirlo. Los favoritos iban perdiéndolo de vista y sólo Froome aguantaba a su rueda.
Contador corre como si no hubiera nada más en la carretera. No le importaba que por delante hubiera casi 40 escapados. Ésa es su ventaja. Sólo vive pendiente de sus fuerzas. Si las tiene, ataca, no le importa la distancia que haya hasta la meta ni quién pueda seguirlo. Su problema es que no todos los ciclistas son como él. Al final de la etapa se quejaba de falta de colaboración. «He visto que pegaba mucho viento de cara, que iba a dificultar todo, pero pensaba que más equipos iban a colaborar conmigo. Quizá más adelante echen de menos haber desaprovechado esta oportunidad. Muchas veces se saca más diferencia en estas etapas que en el Angliru», se lamentaba. Froome no se daba por aludido. Los dos podían haber convertido la carrera en un falso mano a mano, con Contador muy lejos en la general, pero con muchos rivales eliminados. Pero al británico no le compensaba el sacrificio. La diferencia con sus rivales en la subida no era excesiva y quedaban todavía 30 kilómetros de desgaste por delante. Froome corre con la contrarreloj de Logroño en la cabeza. Sabe que ninguno de sus rivales puede competir con él en 40 kilómetros de lucha contra uno mismo y contra el reloj. Alberto es uno de los pocos que podría resistir un mano a mano en ese terreno y no quiere darle esperanzas. «Quedaban treinta kilómetros para la llegada y no sentí la necesidad de soltar a los otros corredores», explica el líder de la Vuelta. Algunos se soltaron solos. Como Van Garderen, perseguido por la mala suerte, como el Movistar. El estadounidense y Betancur se cayeron. El colombiano quedó más perjudicado, pero la desgracia acompañó a Van Garderen hasta la meta. Pinchó y tuvo que cambiar de bicicleta antes de volver a caer en una rotonda.
Sin ayudas entre Contador y Froome, la labor fue más sencilla para los supervivientes de la escapada. Enric Mas se disputó el triunfo con Poljanski y Marczynski, que terminó siendo el ganador. Un polaco que vive en Granada y habla con acento andaluz.
✕
Accede a tu cuenta para comentar