Vuelta a España
Froome lo quiere todo
Se impone en la Cumbre del Sol y aumenta la sensación de dominio sobre la carrera
El británico Chris Froome se impone en la Cumbre del Sol y aumenta la sensación de dominio sobre la carrera
A Chris Froome no le basta con ser el más fuerte. Además, pretende demostrarlo cada vez que la carretera se empina. Sabe que tiene 40 kilómetros contra el reloj para decidir la Vuelta, pero no quiere que haya ninguna duda. Sus palabras dicen que no necesita atacar. Pero sus piernas aceleran cuando ve la posibilidad de despegarse de sus rivales. El británico ha sido tres veces segundo en la Vuelta. La primera vez fue un premio. Llegó a la carrera española sin ser nada más que un gregario de Wiggins. Pero terminó desplazando a su líder en la general y sólo Juanjo Cobo pudo con él en el podio de Madrid.
Los otros dos segundos puestos le duelen. Ha ganado cuatro veces el Tour, pero la Vuelta se le resiste. Y quiere ganarla. Es la carrera en la que se hizo ciclista. Y no quiere despistes como el del año pasado camino de Formigal que le hagan perder la carrera.
Para eso trabajó Mikel Nieve en la subida a la Cumbre del Sol. Atrapó Bardet, a Mas y a Carapaz, los tres que habían intentado abandonar el grupo. Antes, cuando eran Marc Soler y Ludvigsson los que marchaban por delante, era el Cannondale el que trabajaba para atraparlos. Una vez anunciada la desaparición del equipo para la próxima temporada, quiere despedirse a lo grande. Y sus directores pusieron a trabajar al equipo para derrumbar la escapada con la esperanza puesta en una victoria de Michael Woods.
Una vez que el grupo había devorado a Marc Soler llegó el turno del Sky y de Mikel Nieve. «Ha hecho un trabajo fantástico», reconoce Froome. Puso un ritmo que nadie se atrevió a romper. Sólo David de la Cruz lo intentó con la fuerza suficiente para convertirse en el mejor lanzador de Froome. El británico se fue a su rueda y esperó que llegara el mejor momento para lanzarse. Lo hizo a 500 metros para el final, cuando pensaba que ya nadie podía aguantar su acelerón. Había aprendido de la experiencia de hace dos años, cuando lanzó su ataque demasiado pronto y se vio superado por Dumoulin en los últimos metros. «He oído desde el coche que había viento de cara y no quería saltar demasiado pronto. En 2015 me quedé sin fuerzas. He decidido reservarme y atacar a 500 metros», confesaba tras la victoria.
Por eso, porque no quería que se repitiera la historia, miró hacia atrás antes de atacar en busca de Contador. Y volvió a hacerlo después cuando ya marchaba solo. Entonces se encontró con Esteban Chaves. «Sentí que iba a ocurrir lo mismo de hace dos años y decidí darlo todo en los últimos 200 metros», explica el maillot rojo de la Vuelta. A él todavía le quedaban fuerzas para aumentar el ritmo. Chaves se las había dejado todas en la caza. Michael Woods, que también había saltado a la rueda de Chaves, dimitió antes. Las piernas le dieron para ser tercero y justificar el esfuerzo de sus compañeros, pero no para llegar hasta Froome.
Contador se quedó atascado después del ataque de Froome. «Cuando ha arrancado estaba con un piñón de más y me ha costado mucho salir. Se le ha visto muy fuerte», asume. «Hoy me faltaban un poquito de piernas para poder disputar la victoria».
Froome sigue sumando argumentos para ganar en Madrid. Añadió a su cuenta ocho segundos de distancia sobre Chaves y la sensación de que es insuperable.
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