Ciclismo
El impasible Froome
Gesink se coronó en una nerviosa jornada 'reina' superando a sus compañeros de escapada en la subida al Col d'Aubisque, inédito en la ronda española.
Sonríe Nairo Quintana cuando un periodista le pregunta después de la etapa si es desesperante atacar a Froome una y otra vez y al girar la cabeza verlo ahí detrás como si nada hubiera pasado. Lo intentó el colombiano, convencido de que toda ventaja es escasa antes de la contrarreloj de Calpe. Tres minutos quiere el colombiano. 54 segundos tiene de ventaja.
Hasta seis veces quiso despegarse de la alargada sombra del británico. Sin éxito. Insiste Quintana incluso en los metros finales. Y detrás, siempre Froome, que se agarra a las piernas del colombiano seguro de que está en las mejores condiciones para ganar su primera Vuelta. «No es desesperante, pero el cuerpo siente y se queda uno pensativo. Después de tantos ataques y siempre te contesta», explica Nairo. «Hay que estar muy contento aunque no te salga. Supimos gestionar bien el final sin perder tiempo. Tengo el nivel y las buenas piernas y esperar a ver qué viene en los días que se aproximan, que también son fuertes», añade.
Quintana va restando días en el calendario, sólo le quedan la etapa de hoy con final en Formigal y la de Aitana, el penúltimo día, después del esfuerzo de la contrarreloj, para intentar distanciar al británico. El final en Mas de la Costa es duro, pero demasiado corto para que haya grandes diferencias. Froome va sumando. Un día más pegado a Nairo, que además ayer no tuvo la compañía de Valverde. «Estoy impresionado por Alejandro. A pesar de haber corrido ya dos grandes vueltas, no parece estar sufriendo», decía su director, José Luis Arrieta en la salida. Pero el murciano se hundió en el Aubisque. «No tenía buenas sensaciones y no podía seguir el ritmo. He subido a mi marcha hasta meta», explicaba en la llegada. Perdió más de diez minutos con Robert Gesink, el ganador de la etapa y abandona el podio de manera casi definitiva.
Sin la escolta de Alejandro, Nairo se preguntaba quién es ahora el tercero de la general. ¿Y el cuarto? ¿Y Contador, dónde está Contador? «Lo has reventado», le dijeron. Treinta segundos se dejó el corredor del Tinkoff, que como casi siempre, fue el primero en mover el grupo de favoritos. Le aburría el ritmo de su grupo, veía cómo saltaba gente que le disputa un puesto en la general sin que a nadie le preocupara y quiso poner más ritmo a la ascensión. Le respondió Quintana, igual que hizo en los Lagos de Covadonga. Luego Froome. Y ya no pudo con ellos. «El cambio de ritmo de Quintana y Froome me cuesta seguirlo, pero el del resto, no», afirma relativamente satisfecho. «He subido bien de vatios, otros días había más diferencias con los mejores».
Entre los que habían saltado antes que él estaba Samuel Sánchez, pero sobre todo Esteban Chaves. El Orica había mandado por delante a Simon Yates en la Marie Blanque, el penúltimo puerto. Le faltó muy poco para alcanzar a los supervivientes de la gran escapada del día que se jugaron el triunfo de etapa. Chaves esperó a falta de dos kilómetros para marcharse. Eran dos ataques en busca de la general. Ahora, Chaves es tercero y Yates, cuarto. Las nuevas preocupaciones de Quintana.
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