Tour de Francia

Un infierno en los Pirineos

El Tour afronta tres etapas decisivas bajo unas altas temperaturas que condicionarán la lucha por el maillot amarillo

Pogacar y Vingegaard, una pareja inseparable
Pogacar y Vingegaard, una pareja inseparableYOAN VALATAgencia EFE

Empieza a no haber margen ya para el error. El Tour entra en su fase decisiva. La carrera, otras veces monótona por el bloqueo al que estaba sometida por parte de los equipos más fuertes del pelotón, se nos ha pasado esta vez en un suspiro. Pero hasta el domingo todavía queda tela que cortar. La caravana ciclista se encuentra ahora en el sur de Francia, bajo un fuerte calor que aprieta al país vecino casi tanto como al nuestro. Y, bajo ese sol de justicia, llegan los Pirineos.

Que nadie se engañe: serán tres etapas. Porque la etapa del martes, que en un principio podría considerarse de aproximación, tiene trampa. La propia organización la considera como de media montaña, pero son dos puertos de 1ª categoría: el Port de Lers -11 kilómetros al 7% de media-, y el Mur de Péguère. Ahí es donde está la emboscada.

Este puerto tiene dos mitades bien diferenciadas. Una primera, algo más larga, donde las pendientes juegan entre el cinco y seis por ciento, y los 3,5 kilómetros finales que son una verdadera pared. De ahí el nombre de la subida. No se baja nunca del doble dígito y hay rampas con picos de hasta el 18 por ciento. Como subida, ideal para que Pogacar intente la reconquista del amarillo frente a un Vingegaard que no estará tan bien rodeado como estos últimos días. Además de la pendiente, el puerto agrega una dificultad añadida: la carretera. Es estrecha. Muy estrecha. Apenas caben dos o tres ciclistas en paralelo, y con la gente que a buen seguro que agolpará en las cunetas, el paso es todavía más angosto. Cualquier error de colocación se puede pagar, y esta vez UAE sí tiene gente para poder pelearle la posición a Jumbo.

Eso sí: el calor le viene mejor a Vingegaard que al esloveno. Por otro lado, el tercer actor que debe entrar en el show es Ineos. Llevan todo el Tour a la defensiva, pero están en la posición que querían. Y ellos sí tienen el equipo al completo, además con Castroviejo y Martínez recuperando sensaciones. En algún momento van a pasar a la acción, y en esta carrera hemos visto ya que con un golpe bien asestado puede ser suficiente.

Clásicos pirenaicos

A decir verdad, el único de los grandes puertos de los Pirineos que va a faltar en este Tour será el Tourmalet. Precisamente el más icónico. Pero todos los demás clásicos van a estar presentes tanto el miércoles como el jueves.

Con una cima relativamente nueva como Peyragudes, que se sube por una vertiente distinta de la de Peyresourde, la etapa del miércoles deja un encadenado de lo más “vintage” en un día que será muy corto, de apenas 129 kilómetros. Con una primera mitad totalmente plana para que los equipos se desgasten en la fuga, el Col D’Aspin será la primera dificultad, encadenada con la Hourquette D’Ancizan. Y con apenas unos kilómetros llanos llegará el encadenado de Val Louron -donde Indurain cimentó su primer Tour de Francia en 1991- y el final de Peyragudes, con los 800 metros finales al 16 por ciento.

Y para el jueves otra ración de fijos en una jornada con la misma arquitectura. Cortita, de 143 kilómetros, y con la primera mitad plana. Después, eso sí, el Col D’Aubisque por Gourette, con ocho kilómetros cercanos siempre al 9-10 por ciento. Se encadena con Spandelles, que no es ningún “best seller” del ciclismo pero tiene una media superior al ocho por ciento, y se acaba en Hautacam. Si el miércoles se sube el puerto donde comenzó la leyenda de Indurain, sólo un día después se atacará la cima en la que sucumbió cinco años después.

Hay terreno más que de sobra. Vingegaard tiene un colchón de ventaja, pero su equipo ya no es superior. Hay actores secundarios que van a interferir en esa lucha. Hará mucho calor. Vienen los Pirineos y el que caiga ya no tendrá tiempo de levantarse.

Mas: “Los Pirineos serán un horno, y eso me encanta”

Si bien no está donde quería a estas alturas de Tour, a Enric Mas todavía le queda una semana para seguir peleando por un puesto de honor o, quién sabe, tal vez por una etapa. El mallorquín atendió a la prensa en la jornada de descanso y analizó la situación de carrera. Es optimista y quiere que sea lo más dura posible: “Va a hacer mucho calor, será un horno, y eso a mí me encanta. Además, con tanta dureza, seguro que algunos de los seis o siete que tengo delante va a caer. El podio está lejos, pero todavía confío. Además, la lucha entre Vingegaard y Pogacar, con Ineos de tapado, puede beneficiarme”, comentó a los periodistas