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Atlético de Madrid

El gran día del Cholo

La Razón
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Había ganas en el vestuario del Atlético de responder con FÚTBOL (así con mayúsculas) a la acusación de ser equipo más duro y agresivo que intenso, críticas acrecentadas tras las lamentables escenas de Copa contra el Barcelona. Ya se sabe que en el fútbol, como en tantos órdenes de la vida, un equipo es un estado de ánimo. Y que todos se unen sin fisuras frente a un enemigo común, aunque esta vez Simeone y el Atlético han rizado el más difícil todavía: el enemigo es doble, esa pinza del Madrid y del Barça contra la «dura intensidad» de los «guerreros cholistas».

La versión más estética

Pues bien, animado por un Madrid de Ancelotti desconocido, horrible, y bajo en defensas (¡porca miseria!), el Atlético ofreció su versión camaleónica más estética, más brillante. Porque jugó con su carácter habitual, pero sin pasar la delgada línea roja (hasta hizo una falta menos que el Real), y dibujó un partido de FÚTBOL con toque, circulación, llegada y goles, cuatro. El Atlético jugó y no pegó.

Volteó la historia

Tengo dicho que «no hay nadie imprescindible, ni siquiera yo», pero también que unos lo son más que otros. Hacía años que no veía tal grado de influencia de un personaje en un equipo de fútbol como éste del Cholo, que le ha dado la vuelta al club como un calcetín. Un equipo capaz de ganar una Liga en el mismísimo Camp Nou o de voltear la historia de frustraciones contra el Madrid, al que le gana con Mandzukic y con Torres, con intensidad, con dureza y con FÚTBOL. Simeone tiene «tics» negativos de algún otro colega de banquillo que no me gustan nada, pero es evidente que ha resucitado al Atlético, que ha puesto bajo sospecha a Ancelotti y que se ha convertido en el enemigo público número uno de Carlo, del Madrid y también del Barça. La pinza...