El sueño americano de Alonso

El español correrá las 500 Millas de Indianápolis el próximo 28 de mayo integrado en la escudería Andretti con un coche de McLaren y motor Honda. Al contrario que en la F-1, el fabricante japonés triunfa en Estados Unidos desde hace más de una década.

Las tres últimas temporadas están resultando un contrasentido para Fernando Alonso. Es consciente de que forma parte del reducido grupo de mejores pilotos de la parrilla, cobra más que nadie y, sin embargo, poco menos que tiene que arrastrarse con un coche que no corre en ningún sentido. Alonso es un “carrerista” y por eso le atraen otros desafíos del automovilismo como las 24 horas de Le Mans o las 500 Millas de Indianápolis.

Estados Unidos es un país que vive las carreras de una forma diferente a Europa. El espectáculo es lo primero y no se complican la vida con reglamentos absurdos y restricciones que “amargan” la vida al piloto. Todo es más sencillo, pero mucho más entretenido. Y eso es lo que agrada a Fernando Alonso, que hoy anunció que correrá la prueba más famosa de Norteamérica y casi del mundo junto a Mónaco y Le Mans. Pero ojo, esa falta de complejidad técnica no quiere decir que todo sea fácil para Alonso, porque una competición así en la que ruedan a velocidades cercanas a los 350 lm/h requiere cierta adaptación. No todos los pilotos de F-1 que han disputado esta categoría triunfan. El neumático trabaja de forma diferente, cada paso por la curva peraltada es toda una aventura y el muro está muy muy cerca.

Lo hará con la escudería Andretti (una de las mejores), tendrá un coche supervisado por McLaren y un motor de Honda, que al contrario que en la F-1, triunfa en esta categoría desde hace más de una década. Las 500 Millas forman parte del calendario de la que llaman la F-1 americana, la Indycar, que mueve mucho dinero, mucho público, mucha publicidad y que, sin embargo, está a años luz de la tecnología que utiliza la F-1. El reglamento busca la máxima igualdad y deja muy poco margen a las escuderías para desarrollar el monoplaza. La configuración de la suspensión y poco más forma parte de la libertad de los pilotos para la puesta a punto del coche. El campeonato es famoso por sus carreras en circuitos ovales y por llenar circuitos con más de 250.000 espectadores como es el caso de Indianápolis, donde los coches pasan a 360 km/h. Las carreras pueden parecer aburridas con coches pasando constantemente a esa velocidad en un circuito que sólo tiene dos giros, pero lo cierto es que cada vuelta se convierte en un desafío para los pilotos y los espectadores. La estrategia y, sobre todo, la capacidad de improvisación cuenta mucho. La carrera tiene una duración de 3 horas, los pilotos completan casi 200 giros, pasan por boxes unas ocho veces y la velocidad media es de unos 270 km/h.

El pasado año un debutante, Alexander Rossi, ganó la prueba con sólo tres segundos de ventaja. A favor de Alonso juega el planteamiento de este evento, que tiene muchas sesiones de entrenamientos libres y la clasificación se disputa una semana antes. Allí encontrará a viejos conocidos de la F-1 como a Juan Pablo Montoya, Sebastian Bourdaix o el español Oriol Servia, que conoce este campeonato muy bien desde el año 2003.

Con esta maniobra de “marketing”, McLaren y Honda rebajan la tensión que existe con Alonso, ceden a sus deseos, y ambos se implican en un campeonato en el que triunfan desde hace años. Además, los dueños de la Fórmula 1, Liberty, ven con buenos ojos este movimiento porque es una forma extraordinaria de promocionar la F-1 en Estados Unidos, por no decir que desde hace meses existen rumores sobre el interés de la compañía en comprar los derechos de este deporte.

De momento, Alonso se perderá el GP de Mónaco (coincide) y en principio, cuando acabe Indy, regresará a la F-1.