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Tenis
La frase de Nadal sobre sentirse español en Roland Garros que ha pasado inadvertida
El tenista español reflexionó sobre sus sentimientos después del impecable homenaje que recibió en Francia

El homenaje que Roland Garros dedicó a Rafael Nadal trascendió cualquier protocolo. Fue la celebración íntima y multitudinaria de una figura irrepetible del deporte, el reconocimiento a una carrera que ha marcado la historia del tenis mundial y, en particular, la de la arcilla parisina. La Philippe Chatrier, testigo privilegiado de sus gestas, se convirtió en escenario de un tributo cargado de emoción, respeto y autenticidad.
El torneo respondió con un homenaje sobrio, medido, pero profundamente emotivo. No hizo falta nada más que imágenes de sus catorce títulos, rostros admirados entre el público y una ovación inacabable que brotó del alma de la grada francesa. Porque, como Nadal mismo expresó, "sentir ese cariño, ese respeto y ese amor recíproco es algo difícil de poder expresar en palabras". La conexión entre Rafa y Roland Garros va más allá de los trofeos: es una historia de afecto y admiración mutua.
Nadal, orgulloso de ser español
Después en la conferencia de Prensa, Nadal tomó la palabra con la serenidad que lo ha caracterizado siempre. No habló de cifras ni de victorias. Eligió, en cambio, el camino de la gratitud: "Uno se siente especialmente agradecido por todo el cariño, por todo el respeto que me han mostrado en este país y en esta ciudad", dijo, visiblemente emocionado. Ese reconocimiento del público francés, para él, tiene un valor incalculable.
En medio de sus respuestas, hubo una frase que resonó con fuerza y que encapsula su identidad: "Soy español, siempre me he considerado tal y he presumido de ello". Nadal, con la humildad que lo distingue, quiso dejar claro que su nacionalidad es motivo de orgullo, al tiempo que reafirmó su aprecio por Francia, un país que lo acogió desde el inicio de su carrera. "Siempre he respetado y he querido también a este país desde el primer día que estuve aquí", añadió, con genuina gratitud.
El vínculo entre el tenista y la Philippe Chatrier es hoy parte inseparable de la historia del deporte. Nadal ha hecho de esa pista su casa, su templo, su lugar en el mundo. No es extraño que dijera que tener "ese trocito de mí para siempre en la Philippe Chatrier [...] es algo que me emociona solo pensarlo". Porque lo que queda allí no es solo una placa ni una estatua: es el legado de un competidor inigualable.
El propio Nadal reconoció que no es aficionado a los homenajes. Sin embargo, confesó que este fue distinto: "Ha sido una ceremonia sin que yo haya elegido absolutamente nada. Creo que ha sido perfecta y a la justa medida que yo hubiera soñado". Y concluyó con una declaración que resume el tono de todo lo vivido: "Ha sido un día inolvidable en todos los sentidos". No hubo artificios ni exceso; solo emoción sincera.
Un homenaje humano
El homenaje en Roland Garros no fue solo a un campeón, sino a un hombre que ha encarnado valores como el respeto, la entrega y la humildad. El público francés, que siempre ha sabido reconocer esas virtudes, respondió con una ovación que parecía no terminar nunca.
Rafael Nadal se despide definitivamente del torneo que más ha marcado su carrera, pero lo hace dejando una huella imborrable. Su legado en París no es únicamente deportivo, sino también humano. París le ha dado a Nadal el tributo que merece. Y él, con palabras sencillas pero profundas, ha recordado por qué es mucho más que un gran tenista: es un ejemplo de gratitud, de compromiso y, ante todo, de orgullo por ser quien es.
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