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El “Ingeniero” Pellegrini mira hacia arriba

La ambición de su entrenador le ha cambiado la vida a un Real Betis en racha de resultados que no ve su techo

Manuel Pellegrini, en el banquillo del Real Betis
Manuel Pellegrini, en el banquillo del Real BetisAFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

La cultura ganadora jamás se ha aposentado en el Real Betis en su más que centenaria historia. Del mítico lema del «manque pierda», surgido como un grito de rebeldía y fidelidad en los años duros de la Tercera División, mediado el pasado siglo, se ha ido pervirtiendo el sentido hasta convertirlo en una expresión de conformismo, de resignación ante la derrota y su hija bastarda, la mediocridad. Quien ficha por este club sabe que llega a un sitio donde vivir cómodamente y con escasa exigencia: un buen resultado en un derbi salva la temporada y una clasificación europea es vista como una gesta homérica.

El Betis ha convivido mal con el éxito, aunque éste haya llegado de la mano de entrenadores de mucho tronío: popes del banquillo como Serra Ferrer, Luis Aragonés, Víctor Fernández y el más remoto Rafael Iriondo sucumbieron a la maldición continental. En sus once anteriores accesos a una competición europea, el equipo bajó puestos en la tabla al año siguiente. Manuel Luis Pellegrini Ripamonti, ingeniero de profesión y casi licenciado ya en ingeniería de almas béticas, tanto ha cambiado la mentalidad de toda la entidad en el año y pico que lleva en el Benito Villamarín.

Sexto la temporada pasada y clasificado para una Europa Leagueen la que tiene encarrilado el pase a la fase de eliminatorias, el Betis se asoma ya a las alturas de la tabla liguera tras un mal inicio: sumó dos puntos de nueve posibles en las tres jornadas agosteñas, antes de que completase su plantel con el refuerzo de tres titulares indiscutibles: el central Pezzella, el lateral derecho Bellerín y el delantero Willian José, autor ya de cuatro goles, entre ellos el que le dio la victoria el domingo a su equipo frente al Rayo Vallecano (3-2).

Al término de ese partido, con el Betis asomado a las plazas de Champions, Pellegrini huyó de triunfalismos y, sobre todo, del pecado capital del Real Betis: la autocomplacencia. «Estamos a dos puntos del puntero (serían tres con el empate de la Real Sociedad), ¿por qué pensar en el cuarto lugar? El Betis no es menos que ningún otro club. Vamos a intentar seguir siendo un equipo competitivo. Al final de temporada veremos hasta donde podemos dar, ahora tenemos que pensar en el partido con Valencia del miércoles». Quique Setién, su último predecesor en el banquillo bético que clasificó al equipo para Europa, se encaró con la grada para preguntar «¿qué más queréis?» cuando unos socios le recriminaban el bajón del equipo en su segunda temporada. Pues la gente quería, ni más ni menos, a un entrenador ambicioso.

El arma más poderosa de Pellegrini en este fulgurante arranque de curso son las rotaciones. Salvo Fekir, ningún jugador puede considerarse titular en este Betis, ni siquiera el fabuloso Canales, lastrado por unos problemas y a quien administra con mimo. Rui Silva y Bravo se alternan en la portería, Édgar se ha convertido en un inopinado líder de la defensa y hasta el cuarentón Joaquín, que sale con cuentagotas, suma asistencias decisivas como el lunes pasado en Vitoria. Nadie es imprescindible, todos son útiles. Y están todos enchufados como cuñados de concejal.