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A Cristiano le faltó el gol

Participó en las jugadas más peligrosas de su equipo, pero no pudo prolongar su racha en el Camp Nou

Cristiano se lamenta después de un disparo que le detuvo Víctor Valdés
Cristiano se lamenta después de un disparo que le detuvo Víctor Valdéslarazon

Madrid- «Allí, penalti», le gritaba una y otra vez Cristiano Ronaldo a Undiano Mallenco, después del segundo gol del Barcelona. Mascherano lo desequilibró en el área y el portugués ya se imaginaba lanzando desde los once metros para igualar el encuentro. Pero Undiano mandó seguir y la jugada regresó a la cabeza del madridista cuando sintió que el partido se le escapaba de manera definitiva. Vio la tarjeta amarilla por sus protestas, pero poco le importaba. Su único objetivo eran los tres puntos. «Ha sido clarísimo. Estaba al lado del línea mientras calentaba y no lo ha pitado porque no ha querido, porque todo el mundo lo ha visto muy claro. Hubiera cambiado el partido», se lamentaba Jesé después del encuentro. «Hay dos jugadas que han resultado decisivas. Esto pasa en el fútbol y Undiano lo ha visto de otra manera. El penalti a Cristiano era clarísimo», decía Butragueño en Canal Plus.

El portugués participó en la mayoría de jugadas de peligro del Real Madrid. Valdés le sacó un peligrosísimo remate con la izquierda cuando el resultado todavía era 1-0. Después llegó el penalti de Mascherano y en el final del partido, el pase de gol a Jesé. Fue generoso con el compañero que aparecía por la derecha como si fuera su misma imagen en el espejo. El «7» siempre responde, aunque ayer no pudo prolongar su racha de seis clásicos consecutivos marcando en el Camp Nou. Ocho goles ha marcado en esas seis visitas, pero ayer no pudo seguir sumando.

Ancelotti cumplió su palabra de no modificar la posición del máximo goleador del Real Madrid en las últimas temporadas. «No estoy loco para cambiar de posición a un jugador que marca 50 goles. Yo no le voy a cambiar de sitio porque él está cómodo donde juega. Él es quien tiene que elegir su posición en el campo», decía antes del clásico. Cristiano continuó arrancando desde la izquierda, aunque en algunos momentos cambió el sitio con sus compañeros de ataque, Bale y Di María. Modificó el resto de la alineación –el galés fue delantero centro y Sergio Ramos jugó en el eje del medio campo–, pero la estrella continuó en su sitio. Desde la izquierda fue el principal peligro de su equipo y mantuvo la tensión hasta el final para igualar un partido que se puso imposible después del segundo gol azulgrana.

Messi sí cambió de ubicación. Abandonó la posición de falso delantero centro para regresar al extremo derecho, donde comenzó a hacerse decisivo antes de que Guardiola descubriera que era el mejor delantero centro que podía encontrar. El argentino, exiliado en la banda, se aburría. Acostumbrado a participar en todas las jugadas de ataque de su equipo, reclamaba más protagonismo y aparecía por el centro del campo para sentir el contacto con la pelota que le faltaba en el extremo.

No marcó Messi y daba sensación de ansiedad, de buscar el disparo de cualquier manera. Incluso disfrutó de un mano a mano con Diego López que no supo resolver. Llegó Pepe a tiempo para molestarle y Messi no pudo ajustar su disparo al poste como era su intención.

Fue Alexis el que marcó el gol que pertenecía al argentino, con una vaselina perfecta por encima de Diego López. El chileno se llevó los aplausos y el cariño de la afición, que coreó su nombre como un ídolo verdadero. El primero lo había marcado Neymar, con más presencia que nunca en el juego del equipo ante la intrascendencia de Messi. «Viene de una lesión y hay que darle tiempo, es terrenal», decía Zubizarreta, comprensivo con la estrella de su equipo.

Cristiano fue más que Messi, pero no fue suficiente.