F. C. Barcelona
El Barcelona, a semifinales de la Copa tras golear al Sevilla (6-1)
Desde el primer momento quedó claro que el Barcelona sí quería la Copa, empezando por su estrella, Leo Messi. El «10» no tuvo uno de esos días en los que se pasea por el campo, en los que dosifica sus esfuerzos. Salió revolucionado de principio a fin, jugó muy bien, pero estuvo peleado con el gol e hizo sufrir a su equipo hasta el final por ello. Porque el Sevilla, cuando parecía que podía hundirse, cuando vio cómo en 53 minutos le habían remontado y poco después le habían golpeado de nuevo; tras el 4-0, reaccionó, apretó, no se rindió y amagó con protagonizar la remontada de la remontada, una vuelta de tuerca más a un partido apasionante y copero al que Luis Suárez puso el punto y final casi en el minuto 90 y que terminó, por fin, con el tanto de Messi en una jugada en la que los de Valverde incluso se recrearon dentro del área.
Las intenciones del Barça quedaron claras desde la alineación, lo más parecido a un equipo titular que tiene, y desde la intención de atacar desde el primer minuto. Pero después de haber sido zarandeado con merecimiento en el partido de ida, para tratar de dar la vuelta a un 2-0, tienen que producirse una serie de circunstancias:
1. Marcar pronto ayuda mucho, y el equipo de Valverde lo hizo a los 13 minutos de un penalti polémico: Promes metió el pie cuando Messi iba a lanzar, toca (¿mucho?, ¿poco?) en su muslo y el argentino se fue al suelo. El árbitro pitó. En cualquier caso, no es una jugada de VAR porque es de apreciación. El encargado de marcarlo fue Coutinho, que lo celebró con rabia.
2. Hay que tener suerte (o un portero decisivo en ciertos momentos, como lo fue Cillessen). Porque si el Barcelona atacó, con sus centrales situados en el centro del campo, quería decir que el Sevilla iba a tener espacios. Así sucedió. Y lo normal ante eso es tener ocasiones, de las que también dispuso el cuadro hispalense, y clarísimas, como el taconazo de André Silva que paró Cillessen, mandando la pelota al poste. Justo a continuación la oportunidad fue todavía mejor, por un penalti de Piqué a Roque Mesa también con picante, porque el sevillista partió en una posición muy justa que el VAR no corrigió. Banega podía poner el 1-1, lanzó a media altura, y el guardameta holandés del Barça acertó la dirección y despejó el esférico. Cinco minutos después llegó el 2-0, en una acción extraña, que comenzó con una pase fantástico de Arthur que superó todas las líneas rivales y que finalizó Rakitic sin querer. Él pretendía controlar, pero llegó justo, tocó la pelota con la puntera y despistó a Soriano, que vio cómo el balón le superaba con lentitud.
El duelo de la posesión contra los espacios lo estaba ganando el Barcelona, donde el centro del campo carburó bien con Busquets, Rakitic y el toque de Arthur, e incluido Messi, que dio diez pasos para atrás para convertirse en distribuidor de juego. Pero la eliminatoria estaba igualada y el Sevilla adelantó unos metros su posición en el campo. Un gol suyo obligaba a los azulgrana a llegar hasta cuatro. Estaba haciendo un buen trabajo defensivo el equipo de Machín, con buenas intervenciones de Kjaer y mucho trabajo de Amadou, pero la puntería de los azulgrana fue alta. También la diferencia en ese momento, aparte del choque de estilos, estaba en las porterías, aunque hubo tiempo para que cambiara la situación. Pero en ese instante Soriano no acertó a despejar un cabezazo de Coutinho. La pelota botó, pero quedó cerca del guardameta, que no supo cómo quitársela de encima. La eliminatoria había dado la vuelta, y todavía se le pondría peor al equipo de Machín después de que Sergi Roberto fusilara la enésima jugada de Messi. Ya había llegado a cuatro el Barcelona, por lo que un tanto no le servía al Sevilla. ¿Se rindió? Para nada. Fue al cuerpo a cuerpo con la esperanza de anotar un gol y meterse en el partido, y lo encontró tras un mal despeje de Cillessen al que el Sevilla dio continuidad para que Arana lograra un buen tiro desde el borde del área. La locura se había instalado en el Camp Nou. De una remontada, ¿a otra? Había espacios para todos, campo para correr, y Messi perdonó lo imperdonable. Le detuvo... Soriano, para dar forma al cambio en la fortuna de los porteros. Con el fallo gordo del «10» siguió la incertidumbre. El futuro estaba en un gol. No llegó el del Sevilla. Sí marcaron Messi y Suárez, para amarrar la eliminatoria.
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