Polémico
La contundente respuesta de Vinicius al público al ser cambiado
Al delantero brasileño le gritaron "Balón de playa" cuando fue sustituido y él no se cortó al responder
En el partido de ida, Simeone defendió que su equipo había sido conservador porque temía una contra del Real Madrid. No cambió de plan en el partido de vuelta, donde el equipo de Carlo Ancelotti tuvo la pelota mucho más y acabó atacando más. Pero no pudo correr, como quería el entrenador argentino.
Bueno, sí pudo: una vez, tras un ataque del Atlético de Madrid. Se desordenó por primera vez el conjunto local y Mbappé olió, por única vez en toda la eliminatoria, sangre. Fue a por todas el francés, por fin el delantero que se esperaba, pero si su jugada no acabó en gol fue porque Lenglet le derribó con todo. No dudó el colegiado, que durante el resto del partido prefirió dejar jugar. La pena máxima era justa.
Y al Madrid se le aparecieron todos los fantasmas que tiene este año con los penaltis, por los que no le pitan y por los que falla, en el partido. Luego es infalible en la tanda. El curso empezó con Ancelotti dando barra libre a los delanteros para que eligiesen ellos quién cogía la pelota y lo lanzaba. Aquello no funcionó, quedaba raro, se turnaban y no se centraban.
Y encima llegaron los fallos. Mbappé pasaba por su peor momento y tiró dos: en Anfield y en San Mamés, y los dos los falló. También tuvo otro Bellingham y lo falló. Entonces Ancelotti tomó el mando y puso orden para que todos se centrasen: si Vinicius estaba en el campo, lanzaba.
Por eso, cuando el colegiado señaló la pena máxima para el Real Madrid, Mbappé se fue medio cojeando a la banda para beber agua, mientras en el área Vinicius se preparaba. No estaba siendo su partido, no se hace con el Metropolitano. En el campo le pitaron, le cantaron «Balón de playa», pero no le insultaron, aunque sí que lo hicieron fuera, antes de que comenzase el encuentro.
Así que era su momento. En los 17 encuentros contra el Atlético de Madrid, el delantero brasileño solo ha sido capaz de marcar un gol. Nunca en el Metropolitano.
Oblak ocupaba toda la portería posible y Vinicius decidió: lo mejor era tirar fuerte, buscar la escuadra o por lo menos que la pelota fuera arriba y lejos del guardameta rojiblanco. Se pasó de frenada y el balón salió muy alto, demasiado a la izquierda de Oblak. Se le escapaba la mejor oportunidad a un Madrid.
Es verdad que tras esa jugada el equipo despertó. Fue como si recibiese un golpe de electricidad, lo que le había faltado hasta entonces.
Pero no lo hizo Vinicius, que nunca se conectó. En la prórroga, Bellingham le echó una bronca muy gestual porque perdió un balón y no hizo el esfuerzo de recuperarlo. Pero es que no era su día.
Ni siquiera llegó a los penaltis. En la segunda mitad de la prórroga, cuando el desenlace parecía ya estar escrito, Ancelotti lo quitó para sacar a Endrick.