Los Ángeles
El derbi más grande jamás contado
Doce años son un desierto, más de una década de pequeñas frustraciones, de grandes frustraciones y de deseos sin cumplir. Para una entidad donde la ambición es más poderosa que la paciencia, los doce años han sido largos e insatisfechos.
Doce años son un desierto, más de una década de pequeñas frustraciones, de grandes frustraciones y de deseos sin cumplir. Para una entidad donde la ambición es más poderosa que la paciencia, los doce años han sido largos e insatisfechos. Tras un tiempo cayendo en octavos de final y tras el salto de Mourinho a semifinales, ha tenido que ser Ancelotti, en su primer año, con su vena diplomática, el que lleve al equipo al lugar que añoraba. El Madrid ha hecho una «Champions» intachable, en la que no se le puede acusar de no eliminar a grandes rivales, como algunos críticos hacían los últimos años. Ha viajado a Alemania tres veces y ha ganado con superioridad dos. La última frente al Bayern, en un partido que debe ser un punto de partida para el futuro.
Pero también ese encuentro fue un punto de inflexión. Desde ese día el equipo se destensó: consideró prioritaria la final, vio muy lejos la Liga y puede que sin querer, midió sus esfuerzos. De los cuatro partidos que le quedaban por disputar, sólo ganó el último mientras veía cómo se le iban cayendo jugadores. Tras la ausencia de Xabi Alonso, el Bernabéu temblaba cada vez que un jugador ponía cara de dolor. Las grandes dudas son Pepe y Benzema, que si juegan lo harán tras una semana sin entrenarse. Sí va a estar Ronaldo, para alivio de madridistas. Ha hecho una competición de época, con un récord de goles asombroso, pero ha acabado renqueante. Habrá que ver cómo se encuentra. Varane será el sustituto de Pepe. El francés se enfrenta a su gran prueba tras su lesión de rodilla y los meses en el gimnasio. Mientras, Isco será el jugador que ocupe un lugar en la línea de cuatro centrocampistas. Ha sido el futbolista más intermitente del Madrid. Genial al principio, alicaído después, trabajador más tarde. Es especial, sin duda. Quién sabe si hoy ha llegado su día de gloria, pues Europa entera, que todo el planeta está pendiente de lo que suceda en Lisboa. Eso lo sabe Illarramendi, el hombre de la final. Si Ancelotti le ve preparado, jugará y Khedira esperará.
Contra la historia, frente a las trece finales y nueve Copas, llega el Atlético campeón de Liga, el equipo de Simeone. Nadie imaginaba que iban a estar aquí y todo lo que consigan viene de añadido tras ganar la Liga. Han pasado 40 años desde que el conjunto rojiblanco puso la piedra más importante para su leyenda de «Pupas». Aquella final que tenía ganada y que después perdió en un partido de desempate. Simeone ha moldeado un equipo que ha hecho de su carácter su destino, como todos en esta vida. Gracias a él, sus futbolistas creen que lo que se sueña despierto se puede cumplir y asumen la importancia del trabajo colectivo. Simeone ha logrado que los jugadores se sientan a veces mejores de lo que son. El rendimiento de todos ha sido excepcional, con Diego Costa a la cabeza, la gran duda. Sin él, pierde mordiente. Después de la resaca, el Atlético ha vuelto a donde todo empezó, en Los Ángeles de San Rafael y en los entrenamientos; el entrenador ha dado más vueltas que otras veces. Jueguen Mario o Tiago, Arda o Diego, Villa o Adrián, el Atlético va a morder, defenderse y aprovechar sus ocasiones. Es su vida, es lo que le ha llevado al éxito. Todos ellos están en el mejor momento de sus vidas deportivas. Han pasado cuarenta años desde la última final, un par de generaciones de atléticos no tienen recuerdos de ese gol de Aragonés. Es una historia increíble la que están viviendo en el club rojiblanco. Increíble y quién sabe si irrepetible. Sin Arda y sin Costa, empataron en Barcelona y eso les ha dado impulso. Tiene unos defensas que aprovechan como nadie las jugadas a balón parado y un portero que da campeonatos. Enfrente, el Madrid de Casillas, el único de todos que ha ganado una Copa con uno de los dos equipos. Es el derbi que tantos años se ha disputado en Liga, en Copa y una vez, en los cincuenta, en la Copa de Europa. Pero nunca en la final, nunca en un partido como éste. Lisboa es capital de España esta noche. Obsesión y sueño. Un partido entre vecinos, que son siempre las guerras más crueles.
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