Real Madrid
0-1. El Madrid coge aire en Leganés
En un partido gris, el gol al final del joven futbolista da la victoria a los de Zinedine Zidane, que vuelven a ganar, dan un paso hacia las semifinales y pueden empezar su reconstrucción
En un partido gris, el gol al final del joven futbolista da la victoria a los de Zinedine Zidane, que vuelven a ganar, dan un paso hacia las semifinales y pueden empezar su reconstrucción.
Toda caminata empieza con un pequeño paso, dicen. Apenas te mueve, apenas te cambia, pero supone poner rumbo hacia el lugar al que quieres llegar. Un pequeño paso dio el Madrid en Leganés, donde ganó sin mucho fútbol, pero ganó, que es lo que necesitaba para salir de las dudas, curar algunas heridas y volver a mirar hacia delante con un poquito de optimismo. Según Zidane, todo se arregla con una victoria y luego otra y luego otra. En Leganés sumó la primera. Ahora falta repetir el domingo, en casa, contra el Deportivo, volver a ganar al Leganés en la vuelta, el miércoles que viene, y de paso ir recomponiéndose y recuperar algo de alegría. Dejar de ser un equipo gris y volver a inspirar algo grandioso, como sucedió al final de la temporada pasada.
Ése es el plan. Pero para llegar ahí quizá haya que pasar por encuentros como el de Butarque: grises y sin apenas resquicio para la alegría, monótonos cuando se dominan en la primera parte y atravesando una crisis en la segunda, porque hay costumbres que va a costar perder, como esa de irse derrumbando después del descanso. Fue mejor el Madrid que el Leganés durante la primera mitad, pero sin mordiente y, posiblemente, fue peor durante los últimos cuarenta y cinco minutos y sin embargo, ganó. Apareció Asensio, que llevaba un partido regular, más invisible que otros, pero llegó a un centro regular de Theo y puso el balón en la escuadra de Champagne, el portero del Leganés, que ya pensaba que se iba a ir del partido sin que le tirasen a puerta. Lo hizo Asensio, el más imprevisible de todos, otro futbolista que necesitaba ese gol para empujarle hacia arriba, para borrarle esa cara de angustia que tiene de un tiempo a esta parte. Busca el Madrid un punto de inflexión, donde cambie la dinámica. Bien puede llegar con un gol de su jugador más prometedor, algo estancado estos meses.
El gol rompió la ilusión de un Leganés al que casi todo le salió bien. El plan de Garitano era aguantar la primera mitad, con cuatro atrás y cinco en el centro del campo, sin balón y sin ocasiones. Sabía el equipo local que los minutos iban contra el equipo grande, más necesitado y herido. Cada segundo que pasaba era un pequeño triunfo del Leganés, que se manejó a la perfección atrás. Ya no es el conjunto recién llegado a la élite que jugaba contra los grandes con tanto entusiasmo como ingenuidad, que se dejaba pillar la espalda. Ha aprendido a ponerse serio y a competir. No sufrió nada, sólo en un error de Rubén Pérez, en la línea del área, que se asustó con la presión de Kovacic y le dejó quedarse a solas con su guardameta. El croata tiró fatal. Le costaba crear al conjunto blanco, sin espacios. Se movía mucho Ceballos para buscar huecos, para hacer mover a su equipo, pero no había manera. Por el centro era imposible porque había atasco de futbolistas y por los laterales lo peleaba mucho Carvajal y no aparecía Theo, un futbolista al que el Madrid se le está quedando grande. Sin embargo, fue él quien dio el pase del gol. Porque le falta mucho, pero no empeño.
Antes del gol, el Leganés se fue creciendo, sobre todo después del descanso, cuando perdió el miedo o pensó que ya había llegado su momento. Se apoyaba en la raza de El Zhar, al que mediada la segunda mitad se añadió Amrabat. El Madrid sufrió su crisis habitual en las segundas partes, otra vez agotado o lo que sea de estas situaciones inexplicables, y el Leganés fue a por él, a morder. Llorente, uno de los futbolistas que no termina de despegar, remató hacia su portería un saque de falta, mandó el balón al larguero y Butarque se creyó que podía pasar de todo.
Casilla, del que tanto se está hablando por la posible llegada de Kepa, tuvo que realizar sus mejores minutos esta temporada. Un par de buenas paradas y buena colocación para evitar sustos mayores. El Lega empujaba, presionaba al árbitro y se veía mejor que el Madrid.
Zidane, al que se le puede acusar de lo que se quiera, pero no de no defender a sus jugadores, rectificó entonces su equipo titular. Había apostado por los hombres de Copa, porque no dice que cree en ellos por decir. Lo dice y lo hace, pero para volver a coger la pelota, para no sufrir un golpe que pudiera ser definitivo para la moral sacó a Isco y a Modric y el equipo se entonó. Marcó Asensio. El Madrid está malito aún. Pero tiene aire.
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