Testigo directo
Mundial 2022. En Qatar las mujeres van por otro lado
Los controles de seguridad son diferentes para ellas en el Centro de Prensa
Donde menos te los esperas sale un guardia de seguridad. Es un asunto que preocupa en el Mundial y que en Qatar se toman muy en serio. Para llegar al centro de entrenamiento de España, por ejemplo, hay que superar un par de barreras. Miran la acreditación, algunos de una manera más exhaustiva que otros, y el taxista se ve obligado a dejar en depósito su carné de conducir que le devuelven a la salida.
No es extraño ver a varios guardias de seguridad sentados «al fresco» detrás de una valla. Vigilando no se sabe muy bien qué. Las vías se cortan para que el camino para acceder a cualquier sitio sea único. Pero hay lugares en que la seguridad no es igual para todos. Es la misma, pero diferente.
Los qataríes se muestran respetuosos y tolerantes con los usos y costumbres de los occidentales. No hay problemas con la vestimenta. Las mujeres pueden enseñar los hombros o las piernas sin que se movilicen las fuerzas de seguridad.
Pueden ir a su aire, a su estilo sin que el mundo se pare. Pero cuando llega el momento de pasar por los arcos de seguridad del Centro de Prensa, el género humano se parte por la mitad. Como sucede en España con algunos centros educativos o con colegios mayores, la población se segrega por sexos.
Las mujeres tienen que pasar por un arco de seguridad diferente y único, mientras los hombres se van repartiendo por los demás, según les va indicando algún voluntario, cuando quedan libres. No hay muchas más restricciones para ellas. Ni en las mesas de trabajo ni en los comedores. Solo para la entrada las mujeres van aparte. Y siempre sus mochilas y su acreditación las tiene que revisar necesariamente una mujer.
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