Sao Paulo
Llega el «chino» Paulinho
El Barça oficializa el fichaje del jugador brasileño, tercer refuerzo tras las incorporaciones de Deulofeu y Semedo. Su precio, 40 millones, y su cláusula es de 120. El jueves será presentado
El Barça oficializa el fichaje del jugador brasileño, tercer refuerzo tras las incorporaciones de Deulofeu y Semedo. Su precio, 40 millones, y su cláusula es de 120. El jueves será presentado.
Ilusionar no ilusiona mucho. La llegada de Paulinho al Barça deja indiferente a la mayoría de los seguidores culés porque para ellos es, prácticamente, un desconocido. A sus 29 años y después de una estancia en China de seis temporadas, al brasileño, un jugador de club de los que gustan a los entrenadores y que es fijo en la selección canarinha, le llega la oportunidad de recalar en el conjunto azulgrana. Roberto Fernández, el secretario técnico, ha apostado por él para reforzar el centro del campo. Cuesta 40 millones, lo mismo que Villa en su momento, lo que le obliga a pelear por la titularidad con Rakitic, Iniesta y Busquets.
Paulinho es un brasileño atípico. Buen toque de balón, de mucho trabajo, con llegada y hasta con gol. No es un virtuoso y está más cerca de Duda o Mauro Silva, salvando las distancias, que de los Ronaldinho, Rivaldo o su amigo Neymar, que ayer colgó una foto con él en Instagram y le deseó suerte en su aventura azulgrana. «Hermano, todo el éxito del mundo para ti. Espero que seas muy feliz como yo fui allí. Estamos juntos», escribe su compatriota.
Curiosa la vida de Paulinho porque hace nueve años estuvo a punto de dejar el fútbol. Sufrió insultos racista de sus propios aficionados en Vilnius y pensó que lo mejor era abandonar al no aguantar la presión. Inició su carrera en las categorías de base del Sao Paulo, aunque no despertó la atención de los técnicos del club y recaló en el Juventus. Su madre, doña Érica, una fanática del fútbol, daba más órdenes desde la grada que los propios técnicos, mientras que su padrastro, Marcos, filmaba todos los partidos que disputaba.
En 2006, cuando todavía no había cumplido los 18 años, le llegó una propuesta del Vilnius lituano, que aceptó. En el país báltico, sin embargo, Paulinho sufrió con el frío, problemas de comunicación por el idioma y por el racismo de su propia afición.
De allí se fue al Lodz polaco, pero tampoco se adaptó. Quiso dejarlo, vol vió a su país, al Audax y de allí al Bragantino. Y saltó al Corinthians de Tite, actual seleccionador. Comenzó a ser internacional y el Tottenham pagó veinte millones. Dos años irregulares en Londres –Pochettino no confiaba en él– le hicieron recalar en China. Y del Guangzhou, entrenado por Scolari, al Barcelona.
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