Real Madrid

Real Madrid

La polémica: ¿cómo debe despedir el madridismo a Bale?

Bale, en un entrenamiento
Bale, en un entrenamientolarazon

CON HONORES, por José Aguado: Si hay algo que ha dejado claro esta temporada es que ganar la Champions es una hazaña, hay que superar guerras, tener la suerte de tu lado, y lo que no se repite mucho: ser muy bueno. Ganar una es un éxito; conquistar dos consecutivas es casi imposible y lograr tres es algo que quizá no vuelvan a ver nuestros ojos. Vencer en cuatro de cinco, es una era. El domingo, el Bernabéu va a decir adiós a parte de los futbolistas que han protagonizado este ciclo histórico. Es verdad que el año ha sido decepcionante y que el final se ha hecho pesado y largo; es cierto que algunos jugadores han estado muy por debajo de su nivel y que han mostrado un carácter pusilánime ante la adversidad. Pero son los mismos que han llenado el museo de trofeos y la memoria madridista de imágenes que acompañarán toda la vida. Y todo, recuerden, empezó con esa carrera de Bale en Mestalla.

CON INDIFERENCIA, por José Manuel Martín: Lo lógico, en el último partido de un futbolista que ha marcado cuatro goles decisivos para ganar dos finales de Champions y una de Copa del Rey ante el Barcelona, sería una despedida con aplausos y hasta alguna lágrima. Pero lo lógico también sería que Bale, después de seis temporadas en Madrid, le hubiera dedicado a su hinchada algún gesto de complicidad e incluso, una conferencia de prensa en castellano. Pero no, el galés sigue siendo el mismo desconocido que cuando llegó desde el Tottenham como un lateral capaz de hacerle tres goles al Inter. La grada del Bernabéu no olvida la chilena maravillosa al Liverpool en Kiev, ni la carrera en la que deja sentado a Bartra en Mestalla, aunque hubiera agradecido algo más de temperamento en los malos momentos y un síntoma de que sentía el escudo. Por eso para el adiós, devolverá a Gareth toda esa indiferencia.

MEJOR QUE NO SE PRESENTE, por Juan Luis Carrasco: Dicen que el fútbol no tiene memoria y que la afición del Real Madrid sufre esa disfunción de forma aguda, que se ceba con quienes les brindaron títulos con actuaciones excelsas cuando la suerte se tuerce. No creo que sea el caso de Bale. Con respecto al galés, el recuerdo está vivo, doliente y sangrante. Sus goles puntuales dentro de un equipo campeón no dignifican ni salvan una trayectoria en la entidad que le lanzó a la fama marcada por su desidia, abulia y ausencia absoluta de empatía, cuando no desprecio, con lo que es y representa una gran institución como el club blanco. Queda un partido en el Bernabéu, el del adiós, y la mejor opción es que el galés descanse de su ajetreada temporada con unos hoyos en cualquier campo de golf...a poder ser de su tierra natal. Que no se presente y, si Zidane le obsequia con la convocatoria como regalo envenenado de despedida, la afición que ha padecido su apatía y ninguneo está en su derecho de tributarle una merecida pitada. Que tanta paz lleve...