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El madridismo conquista Rabat

El público marroquí se volcó con el equipo de Ancelotti dentro y fuera del estadio Príncipe Moulay Abdellah

Rabat (Morocco), 08/02/2023.- Supporters of Real Madrid cheer ahead of the FIFA Club World Cup semi final match between Al Ahly FC and Real Madrid in Rabat, Morocco, 08 February 2023. (Mundial de Fútbol, Marruecos) EFE/EPA/Mohamed Messara
La afición del Real Madrid fue mayoritaria en RabatMohamed MessaraAgencia EFE

«Es una suerte tener al Real Madrid en Rabat. No podía perdérmelo», confiesa bufanda blanca y morada al cuello, Souad Alami, una joven rabatí estudiante de enfermería. Junto a dos amigos se ha desplazado desde su barrio de Yacoub el Mansour hasta los aledaños del estadio Príncipe Moulay Abdellah, donde tendrá el privilegio de disfrutar en directo de la segunda semifinal del Mundial de Clubes. «Tengo también entrada para la final», confiesa. El guion y el sueño de Souad y sus amigos de ver al Real Madrid en dos ocasiones se ha cumplido y los rabatíes están convencidos de que celebrarán el quinto Mundialito madridista el sábado.

Por si había dudas sobre cómo sería el reparto de las simpatías en las gradas del estadio de la AS FAR (Asociación Deportiva de las Fuerzas Armadas Reales) –que cuenta con una capacidad de 45.000 espectadores–, el gentío que agotó los billetes mostró una comunión total con el club español. No hubo rastro de la solidaridad interafricana y árabe con el laureado Al Ahly. Hubo silbidos a los jugadores egipcios cada vez que tocaban la pelota, muchos olés para los blancos, gritos de «Hala Madrid» y hasta la ola en las tribunas.

Pero no todos tuvieron suerte de hacerse con una entrada o invitación en las gradas del estadio de la capital marroquí en la fresca y húmeda noche de Rabat. Como otras veces en los grandes eventos deportivos en Marruecos, miles de personas se concentraron en los aledaños del Príncipe Moulay Abdellah sin estar en posesión de una entrada. Un poco a ver qué pasaba. Al por si acaso. Y es que un ticket de 15-20 euros es poco menos que una fortuna todavía para demasiados marroquíes. El fuerte dispositivo policial impidió en todo momento al gentío acercarse a menos de seiscientos o setecientos metros de los accesos a las gradas.

Hubo de todo, como en cualquier buena tienda de la medina de Rabat: jóvenes vecinos de los barrios populares del entorno –Akkari, Yacoub el Mansour, Kamra-, revendedores de entradas –a los veinte minutos de partido se vendían ya a menos de quince euros-, vendedores de refrescos, bocadillos de carne asada con aceitunas –las humaredas permitían ubicarlos fácilmente– y cigarrillos sueltos. No faltaron, cómo no, los vendedores de los últimos productos de mercadotecnia madridista, camisetas de imitación y banderas.

Aunque predominaban los varones, había muchas chicas y es que el fútbol femenino rompe barreras a velocidad de crucero en Marruecos, y de ello tiene mucha culpa el éxito de la selección femenina de Marruecos en el último Campeonato de África, donde las «Leonas del Atlas» fueron finalistas. Y hubo mucha Policía. Y Gendarmería Real. Fundamentalmente agentes de las fuerzas auxiliares para evitar estampidas y brotes de violencia ante la frustración de no poder lograr entrar al estadio.

En el resto de la ciudad el poder de convocatoria del Madrid llenó, a pesar de la fecha y la hora, muchos cafés y pequeños snacks, aunque lejos del fervor desatado por la selección nacional de fútbol en el pasado Mundial de Qatar. El Madrid, ajeno a la alegría y la frustración de quienes aguantaron horas a la intemperie sin perder la esperanza de ver a sus ídolos, volverá al estadio de las AS FAR el sábado para tratar de proclamarse campeón del mundo de clubes.