Fútbol
Mapi León: "Ser central es jodido, pero mola"
Los tatuajes son su seña de identidad y los de las manos se los hace ella, porque le gusta dibujar.
Los tatuajes son su seña de identidad y los de las manos se los hace ella, porque le gusta dibujar.
«Soy como me ves. No me sale ser de otra manera», dice con toda naturalidad Mapi León (Zaragoza, 23 años). La jugadora del Barça y de la selección parece dura a simple vista. Es defensa, tiene carácter y su brazo está repleto de tatuajes. «Todos los de la mano me los he hecho yo. Por eso están así, soy un desastre», cuenta enseñándonos la palma de la mano donde tiene tatuada una rosa.
Con una sonrisa confiesa que siempre le ha gustado dibujar, que le interesa el arte y que es de ese tipo personas que le encanta reflexionar el porqué de las cosas. «Cuando voy andando por la calle y veo las catedrales digo: ¿Cómo leche lo hacían hace 500 años? Me flipa».
Es espontánea, tiene carisma y siempre va de frente, como buena defensa que es. «Ser central es jodido, pero mola», señala. De niña nunca soñó con representar a su país en una Copa del Mundo. Eran otros tiempos. «Cuando empecé con 8 años ni siquiera era consciente de que hubiera Primera División. Ahora las niñas de 8 años saben que está la selección, que está el Barça, el Atlético de y que hay Champions. Nos estamos dando a conocer. Cuando yo empecé no se conocía nada», recuerda Mapi. Sus comienzos fueron sobre un parqué, en fútbol sala, y de ahí dio el salto al fútbol once. «Empecé de extremo, luego me pasaron a lateral y de ahí a central. Dijeron: “Tira para atrás que eres muy mala”», afirma. No puede parar de reírse, pero cuando se nombra la Copa del Mundo se pone seria. «Esperemos que no sea el Mundial y ya está. La gente nos está apoyando mucho, pero esto tiene que seguir para arriba», añade. En Francia se medirá a uno de los mejores ataques del mundo, el alemán, pero eso lejos de inquietarle, «me pone», dice. «Cubrir a la gente potente es lo que a mí me gusta. Es ahí donde me voy a medir a ellas y donde tengo que demostrar que aquí estoy yo», cuenta Mapi. Y detalla cómo afronta los partidos: «La noche de antes, cuando estoy en la cama, pienso en jugadas y en situaciones que se pueden dar. Me las imagino. Alguien me lo aconsejó. No sé si será bueno o no», asegura antes de volver a reír.
Ante Sudáfrica, primer rival de la Roja, seguirá su ritual. Su familia, que la acompañó a Budapest en la histórica final de la Champions del Barça, quizás no pueda asistir a Francia. No estarán los suyos, pero en la concentración se sentirá como en casa. De las 23 internacionales, 10 son del Barça. «Es heavy», dice. «He escuchado comentarios sobre que podrían dar oportunidad a otras, pero yo considero que las que mejor estén son las que tienen que venir y si son diez del mismo equipo es lo que hay. Es cuestión de gustos». En la concentraciones el billar está a la orden del día. «Soy malísima, tengo que entrenar», afirma Mapi, que no le gusta perder ni a las canicas. «A veces creo que tengo mal perder (risas), pero eso es bueno la gente que llegamos arriba es porque somos muy competitivas», añade.
No es mucho de usar el móvil, a veces el whatsapp se le «queda grande». «No me gusta eso de llevar cuatro conversaciones a la vez, soy súper dejada», confiesa. Prefiere un buen libro. «Estoy enganchada a La catedral del mar», comenta. Y vuelve a mirarse sus tatuajes.
✕
Accede a tu cuenta para comentar