MotoGP
Marc Márquez: La felicidad, un perro y un hombro dislocado
¿Qué te falta en la vida? «Una novia...», contesta Márquez antes de soltar una de esas carcajadas que son parte de su personalidad. «Es broma, es broma», añade... «Tengo mi vida muy bien amueblada, ya habrá tiempo para todo. Si ahora tengo hasta perro, yo lo llamo bicho», continúa tirando de la naturalidad y cercanía con las que también consigue victorias fuera de la pista. Es un chico normal al mismo tiempo que una estrella y se sonroja cuando a su lado, en la conferencia de Prensa oficial, Álex Rins dice que está un paso por delante de todos los demás. Él lo sabe, pero no se debilita ni piensa parar después de haber ganado siete campeonatos en nueve temporadas. Su mentalidad es una garantía de éxito y también todo su entorno. Acaba de proclamarse campeón, aunque lo único que quiere es acabar con los compromisos con los periodistas para irse al box y disfrutar con el equipo, que es al mismo tiempo parte de su familia. «Voy a celebrar en Japón, en Australia, en Malasia, en Cervera y en Valencia», prometía sin querer ser muy consciente de lo que ha logrado. «Hay que disfrutar los buenos momentos, que los malos ya vienen solos», recuerda.
Si en 2016 el eslogan de su celebración fue el «Give me five» y en 2017, el dado de sus seis títulos, ayer en Motegi la fiesta arrancó con un homenaje a la cultura japonesa y a las máquinas de videojuegos. «Level 7» es su nueva frase, porque ha llegado a la pantalla número siete de su carrera deportiva. Enloqueció nada más cruzar la línea de meta y en plena pista, al abrazarse con Redding, se le salió el hombro, un punto débil que ha mantenido en secreto estos meses. «Menos mal que estaban los ángeles de la guarda (su hermano Álex y José, su amigo y compañero de entrenamientos) que me lo han colocado. No es la primera vez que me pasa, y al perder la cuenta de cuántas veces se te sale tienes que pasar por el quirófano. Tengo cita con el doctor Mir para operarme en diciembre. No he dicho nada, pero en algunas carreras he llegado tocado por esto», confesaba liberado de todas las cargas ya con el título en el bolsillo de forma matemática.
Su hermano Álex mostró en las redes sociales la admiración que le tiene y su padre, Juliá, volvió a fracturarse los dedos de tanto cruzarlos durante las últimas vueltas. Faltaba Roser, su madre, de la que se acordó Marc al enumerar a la gente que le rodea. «Quiero llegar a Cervera y verla. Todos tenemos que ir en la misma dinámica. La felicidad dentro del equipo se contagia, el ambiente es bueno y trabajar así es más fácil», reconocía un poco emocionado.
Sólo le dolía el hombro que tiene tocado, pero qué es un pequeño pinchazo cuando vives dentro de un sueño. «Los bailoteos esta noche están asegurados», confirmaba mientras canturreaba la canción de Juanes que iba a elegir en el karaoke que le esperaba por la noche. Es el mismo de siempre en Japón, junto al aeropuerto de Narita, parada obligada para los fans del 93. Habrá fiesta, pero el trabajo continúa. En diciembre todo empieza de cero, «como si no hubiera ganado nada».
Dovi: «De Marc se puede aprender»
Dovizioso ha sido el único capaz de competir este curso con Márquez, por eso ayer fue el gran derrotado. Era el único que podía aplazar la sentencia y no fue capaz. «Creo que de Marc se pueden aprender muchas cosas, porque es el mejor. Mañana mismo me voy a poner a estudiarlo para el curso que viene», contaba el italiano, algo triste por su caída.
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