Ciclismo
Pogacar, muerte y resurrección
Revive para ganar la última etapa de montaña del Tour. Carlos Rodríguez sufrió una caída y será quinto en París
Caerse está permitido pero levantarse es una obligación. Va intrínseco en la definición de campeón. Y si hay alguien, con todas las letras que así lo es, así lo cumple en este Tour, es Tadej Pogacar. «Nunca jamás se le puede dar por muerto, seguro que intentará algo», temía Vingegaard después del hachazo bestial, mortal y definitivo que le asestó en el Col de la Loze. Incluso con los siete minutos y medio de ventaja que ya tenía, no bajó la guardia ante el esloveno, el hombre imprevisible, el ciclista espectáculo, capaz de hacer cualquier cosa. Ayer hizo lo que mejor sabe, lo que precisamente es: un campeón que se levanta después de un gran varapalo.
Pogacar volvió a ser Pogacar en Le Markstein, una estación de esquí destinada a deportes de invierno en plenos Vosgos, de nombre y clientela alemanes por su proximidad a la frontera. A la última meta de montaña de este Tour espectacular y emocionante se llega por el Col de Platzerwasel. Ahí, a 13 kilómetros de la meta es donde el esloveno se vuelve a reencontrar con su mejor versión, arranca y hace la selección definitiva. Con él Vingegaard, que por mucha ventaja que tenga en la general no se despega de su dorsal. Y Felix Gall, que quiere y desea, pero sus sueños se van a topar con la resurrección de Pogacar. El día que más necesitaba ganar. «Hoy me he vuelto a sentir yo, otra vez», se sincera después de celebrar su victoria más especial. Otra vez con el buen golpe de pedal, ágil, ligero, tremendo y demoledor que acostumbra. «Así que podemos continuar unos cuántos días más el Tour, ¿no?», bromea. «No, vámonos a casa ya».
Es hora de cerrar este Tour que se ha convertido en una pesadilla para Carlos Rodríguez. Al andaluz se le partió el radio en uno de los primeros descensos en curva y se fue al suelo. Cara ensangrentada, ojo hinchado. «Cuando le he ido a dar mi bici, que es de la misma talla, estaba como mareado, le ha costado mucho recomponerse. No pensaba que iba a seguir, me ha emocionado mucho lo que he visto de él hoy y me siento súper orgulloso de él», se deshacía en elogios Omar Fraile.
Sobrevivió el bravo de Carlos como pudo. Porque caerse está permitido, pero levantarse, para él también, como Pogacar, era una obligación. Y sufrió. Y se hizo más fuerte que el dolor para llegar hasta la meta y acabar hoy quinto en su primer Tour. Brillante. «He dado lo mejor que tenía, no ha sido suficiente para entrar en el podio pero tengo que estar contento de haberme dejado todo. Intentaré volver otro año y hacerlo mejor».
Era un día emocionante para muchos ciclistas, pero para ninguno tanto como para Thibaut Pinot. Era casi su despedida del Tour, la etapa se disputaba en su región y sus fans le hacían sentir su admiración a cada paso. Luchó por la victoria, pero no pudo ser. La despedida no será la que había soñado.
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