Ciclismo

Vingegaard y la eterna sospecha de dopaje sobre el dominador del Tour

El ciclista danés se defiende de las dudas que ha sembrado su actuación en las últimas etapas del Tour. «No tomo nada que no daría a mi hija», asegura

Vingegaard, en el podio
Vingegaard, en el podioAgencia EFE

La hoja parroquial del Tour es el diario «L’Equipe». El periódico con el que desayuna toda la carrera. El miércoles, después de la primera de las dos exhibiciones de Jonas Vingegaard, la de la contrarreloj, su portada lo decía todo. Un primer plano gigante del líder, con su casco de contrarreloj asemejándose casi más a un marciano que a una persona y un titular: «De otro planeta». Esa misma tarde llegó la estocada final del danés a Pogacar. En dos días, Vingegaard ha sentenciado el Tour con los siete minutos y medio de ventaja que ya tiene en la general, y mucho más. Ha hecho saltar todas las sospechas. Las que aparecen siempre ante exhibiciones así.

Porque las comparaciones son inevitables y el mismo «L’Equipe» abrió su edición con un titular calcado a uno de una contrarreloj de la época en la que Lance Armstrong sentenciaba la carrera igual que hizo el del Jumbo-Visma. «Yo lo de Vingegaard no me lo creo», bramaba algún periodista desde un plató de televisión. La duda. Esa eterna sombra en el mundo del ciclismo. Ganado se lo tiene, pues los antecedentes hablan por sí solos: Armstrong, Ullrich, Landis, Pantani… la época más oscura del ciclismo y del Tour. A estas sospechas de dopaje se han tenido que enfrentar todos los que han venido después. Han tenido que responder a incrédulos periodistas todos los campeones. Alberto Contador, Chris Froome, también el propio Pogacar hace un par de años. Ahora le toca a Vingegaard. «Yo no tomo nada y no voy a tomar nada que no daría a mi hija», se defiende él. Es el primero que enarbola la bandera de la limpieza: «Para ser sincero, entiendo perfectamente el escepticismo. Tenemos que ser escépticos sabiendo lo que ocurrió en el pasado, de lo contrario volvería a suceder», confesaba. El miércoles, una hora antes de la salida de la etapa reina en la que terminó de rematar a Pogacar, el Jumbo-Visma y también el UAE Emirates recibieron la visita de los «vampiros» en el propio recinto de salida. Entraron en los autobuses de ambos equipos e hicieron análisis de sangre a todos y cada uno de los ciclistas. Era el cuarto control al que se sometía el danés en apenas 48 horas, pero ni él ni su equipo ponen reparo alguno. Al contrario. «Lo aplaudo y estamos felices de ser partícipes porque estamos dando un paso más en la lucha contra el dopaje», afirmó Richard Plugge, uno de los directores del Jumbo.

Apenas le quedan tres días al Tour y a Vingegaard que soportar dudas y sospechas. Lo hará, eso sí, con un compañero menos. Wout Van Aert puso rumbo ayer a casa, tal y como anunció antes del inicio de la carrera pues su esposa se puso de parto y no quería perderse el nacimiento de su segundo hijo. Pero la carrera no para y en Bourg en Besse triunfó la fuga tras un final emocionante. Kasper Asgreen ganó el pulso al pelotón y le dio al Soudal Quick Step un más que esperado triunfo de etapa.