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Último adiós a Santana: “Manolo siempre era él...”

Desfile de personalidades en Madrid, con Felipe VI a la cabeza, en la capilla ardiente. Y las últimas historias que definen a la leyenda más allá del tenis, como la que tuvo con Sergi Bruguera

El Rey Felipe VI se despide del Manolo Santa en la Caja Mágica al lado de la viuda del ex tenista, Claudia Rodríguez
El Rey Felipe VI se despide del Manolo Santa en la Caja Mágica al lado de la viuda del ex tenista, Claudia RodríguezJOSE JIMENEZJOSE JIMENEZ

Pega el sol de invierno en Madrid y cantan los pájaros en los alrededores de la Caja Mágica. En la entrada del imponente recinto, una imagen de Manolo Santana y algunas personas guardando cola para hacerse una foto. Eran las doce de la mañana y la capilla ardiente en honor al mito del deporte español acababa de abrirse al público, después del homenaje que recibió el domingo en Marbella, donde residía y donde hoy volverán sus cenizas para reposar eternamente. Pero Madrid, la ciudad en la que nació y en la que se disputa el torneo que dirigió muchos años, con un estadio que lleva su nombre, tenía que despedirlo. Justo en la pista Manolo Santana estaba el féretro con la bandera de España y la del Real Madrid, su equipo del alma, el que lució en su pecho al ganar Wimbledon. Y fueron desfilando tenistas y personalidades, con el Rey Felipe VI a la cabeza, que esperó hasta las 19:30, poco antes de que cerrara la capilla, para ir a dar el pésame a los familiares del legendario deportista.

A lo largo del día también pasaron el alcalde Martínez Almeida, la presidenta Ayuso, la vicealcaldesa de la capital Begoña Villacís, Feliciano López, Álex Corretja, Florentino Pérez, Emilio Butragueño, el presidente de la Federación Miguel Díaz... Y también cientos de aficionados. Porque Manolo era de todos. «Era una máquina y como somos vecinos de aquí hemos querido venir a darle el último adiós», explican Rafael y Alfonsi. «Y era un buen hombre», añaden. Están emocionados. «Ha sido una de las personas que ha dado mucha gloria a España. Se merece esto y mucho más. Cuando me he enterado de que lo iban a traer a Madrid, he querido venir», asegura Manuel Bustamante, otro veterano seguidor del ganador de cuatro Grand Slams en una época muy diferente a la actual. «Era la única figura del deporte que había en España que merecía la pena. Santana: un gran tenista, y eso nadie lo puede discutir, pero aparte una gran persona», continúa.

Las historias sobre Manolo Santana se suceden estos días, y una que explica lo que era en las pistas y más allá la cuenta desde Barcelona Lluís Bruguera, padre del vencedor de dos Roland Garros (1993 y 1994) y actual capitán español de la Copa Davis. «Todos los tenistas actuales hablan de él como un referente, aunque no le han visto jugar y es porque su figura ha sido tan grande que no pueden obviarlo, pero yo creo que tiene una vertiente todavía mejor. Me acordaré toda la vida, cuando Sergi ganó el torneo de El Cairo (un Challenger, en 1989), a la semana siguiente recibí una carta para mi hijo... De Manolo Santana, que no debía ni conocerlo. Y le habló de una forma muy cercana y se interesó por un joven nuevo que había salido. Era como: te recibimos aquí; le intentaba explicar cosas que luego le sucederían... Esto a Sergi le llegó: nadie sabía quién era y le escribió Manolo Santana. Estas cosas hacen que sea un referente, aunque no le vieran jugar», cuenta Lluís, que sí lo disfrutó en directo en las pistas y recuerda especialmente la mítica eliminatoria de Copa Davis contra Estados Unidos, contra Froehling, Graebner y Ralston, en Barcelona, en 1965, que vencieron por 4-1 y que las crónicas de la época hablan de que fue cuando España empezó a descubrir el tenis. «Yo estaba de juez de línea y saltaba como un fanático. Veía la impresión que daba Manolo a los rivales. Tenía una personalidad tan grande, que los medio ganaba antes de empezar», rememora.

«Manolo era él siempre, sabía estar en todos los sitios sin usar el protocolo y todas esas cosas. Él: una buena persona, un carácter agradable... Sabía comportarse en todas las situaciones», prosigue Lluís Bruguera, volviendo a la persona, además del tenista. «Era un hombre con suerte, pero la suerte hay que ganársela. Fue muy trabajador y humilde», afirmaba su viuda, Claudia Rodríguez, emocionada. Al lado del féretro, decenas de coronas, de rivales y de amigos: «Tiriac», «Nastase», «Nadal y familia». El balear no pudo acudir porque estaba en Kuwait, pero mandó un vídeo hablando del «legado que deja Manolo». En las pantallas de la Caja Mágica, las imágenes de sus hazañas se repetían.