Análisis

Nadal está al límite: ¿cuánto dolor es capaz de soportar?

La lesión crónica en el pie no le da tregua. La edad, la exigencia y los parones (pandemia, la lesión en la costilla...) han multiplicado el problema. Apurará para intentar llegar a París, pero lo hará casi sin partidos y entrenamientos

Rafa Nadal, antes de sacar en su partido del Masters 1.000 de Roma contra Isner
Rafa Nadal, antes de sacar en su partido del Masters 1.000 de Roma contra IsnerETTORE FERRARIAgencia EFE

La declaración de Nadal suena rotunda: «No estoy lesionado, vivo con una lesión». Es duro porque estar lesionado implica que hay un proceso, unos plazos, una recuperación y después a jugar otra vez tan feliz. Pero vivir con una lesión, en cambio, es saber que tu pie izquierdo es un volcán que puede estallar en cualquier momento, como sucedió en los octavos de final de Roma contra Shapovalov; que el dolor llegará tarde o temprano, y la duda es la intensidad y saber si es soportable. Esta vez no lo fue, aunque acabó el partido contra el canadiense. Pocas veces se ha visto al tenista balear, un sufridor nato, pasarlo tan mal en una pista de tenis.

El problema crónico se lo diagnosticaron en 2005. Se llama enfermedad de Muller-Weiss. Una parte de su escafoides, un hueso que está en medio del pie y que es fundamental para la movilidad, es más fina de lo habitual y se partió. Ya en esa época le auguraron una carrera corta, pero encontró la solución en unas plantillas extremas que le cambian las zonas de apoyo. Eso le ha derivado en otros problemas como la tendinitis en las rodillas, pero le ha permitido tener una vida deportiva como decían que no iba a ser posible y, además, de indudable éxito: es uno de los mejores deportistas de la historia.

Pero la edad (36 años el 3 de junio), la exigencia del tenis y las últimas circunstancias han hecho que la situación esté en un punto extremo después de muchos años de manejarlo más o menos bien. Tras el largo confinamiento Rafa reconoció que tenía el pie «destrozado», lo que no le impidió ganar el Roland Garros otoñal de 2020. A mediados de 2021 tuvo que parar seis meses. La recuperación costó y se planteó incluso no viajar a Australia. Finalmente lo hizo, para lograr uno de los triunfos más sorprendentes de su carrera, que además supuso el Grand Slam número 21. Siguió encima de la ola de ese éxito y firmó el mejor arranque de temporada de su vida, pero el nuevo contratiempo por la fisura en la costilla y el mes sin pisar una pista han hecho que el volcán de su pie vuelva a entrar en erupción. «Si no llega a poder ir a Australia se abre una incógnita en cuanto al nivel físico», confesaba a este periódico Carlos Moyá tras el triunfo de Rafa en Melbourne. «Si no le mejora en este mes, mes y medio [antes de viajar a Australia] nadie te asegura que vaya a mejorar después, pero dio un paso adelante y sí mejoró. No se llegó a plantear la retirada, pero sí no ir a Australia, y si no vas a Australia te metes en un círculo donde la cabeza te juega malas pasadas», añadió el entrenador del zurdo.

En ese periodo de incertidumbre se encuentra ahora de nuevo, a poco más de una semana de que comience Roland Garros. «¿Qué puede pasar en los próximos días? No lo sé. ¿En una semana? Realmente ahora no lo sé», confesó el zurdo en Roma. «A lo mejor en dos días las cosas con mi pie van mejor. Es verdad que durante Roland Garros tendré a mi doctor conmigo todo el tiempo y eso ayuda», continuó. Le duele porque por lo demás, veía que su tenis empezaba a ser bueno, que su derecha corría, su revés era seguro y tenía buena movilidad.

Siempre tiene la opción de tirar para adelante o ir trampeando y a ver qué pasa, como ya sucedió en el primer Grand Slam del año, porque el dolor igual que viene fuerte se puede atenuar al día siguiente, pero en estos momentos Nadal confesó que no puede «practicar de la manera correcta días seguidos» y que vive «tomando muchos analgésicos sólo para poder entrenar todos los días». «No puedes seguir así mucho tiempo», insistió. «No pretendo estar en perfectas condiciones, sólo espero poder salir a la pista», dijo también. De Roma se fue sin saber si el plan hasta Roland Garros es descansar o intentar forzar y entrenar. El pie mandará. Ya estamos, quizá más que nunca, en el terreno de los imposibles del manacorense, que llegará a París por primera vez (sin contar la pandemia) sin haber ganado un título en tierra. Es más, sólo ha podido jugar cinco partidos. Nadal ya no tiene nada que demostrar a nadie, juega porque le «hace feliz». Pero el dolor en el pie le está «quitando la felicidad».