Eduardo Inda
Alcaraz, la Edad de Oro del deporte español suma y sigue
Si tuviéramos unos políticos la mitad de preparados, honrados, talentosos y currantes que nuestros hombres y mujeres del deporte...
El exitazo de Carlos Alcaraz en el US Open hace presagiar que los aficionados al tenis tendremos la oportunidad de continuar viendo a uno de los nuestros ganando todo lo habido y por haber. Al punto que podemos enorgullecernos y defender, sin temor a caer en la hipérbole, que somos el país número 1 del planeta en la materia. Sólo hay una nación con más títulos de Grand Slam que España: los Estados Unidos de América y por las gestas de los suyos a mediados y finales del siglo pasado. Pero en lo que llevamos de XXI no hay quien nos tosa. Tenemos al mejor jugador de la historia, el Rafa Nadal de los 22 Grandes, y a la gran promesa en la especialidad, el murciano de 19 años que ha demostrado en Nueva York como antes lo hizo en Madrid y tantos y tantos sitios (otros dos Masters 1.000 le contemplan) que estamos ante un deportista que hará historia si las lesiones le respetan. Por atrás viene pidiendo paso un chaval de 16 años, Martín Landaluce, que se proclamó campeón del US Open júnior.
Un servidor contempla con gozo cómo esa Edad de Oro del deporte español que vivió como director de Marca, y a la cual tuvo el honor de ponerle nombre, se perpetúa más allá de esos años a caballo de la primera década y la segunda de este siglo en los cuales La Roja ganó absolutamente todo, la ÑBA conquistó un Mundial y no se hizo con el oro en Pekín por los golfos de los árbitros, Fernando Alonso se merendó dos campeonatos del mundo de F-1, el Barça y el Madrid acapararon más Champions que nadie, Rafa arrasó cual simpático Atila y los Mundiales de Moto GP eran todos, sin excepción alguna, para nosotros, bien con Jorge Lorenzo, bien con Marc Márquez o Joan Mir.
La verdad es que dirigir Marca con tanto éxito fue coser y cantar, al punto que logramos batir el récord histórico de lectores de la prensa española superando los 3 millones. Siempre sospeché que tanto triunfo junto no se podía sostener en el tiempo, entre otras razones por una tan simple como nuestra población: los 46 millones de habitantes de España palidecen al lado de los 1.400 millones de chinos, los 1.300 millones de indios, los 330 millones de estadounidenses o los 145 de rusos. Vamos, que barrunté que, más pronto que tarde, bajaríamos el pistón y volveríamos a la normalidad. Bendita equivocación.
Lo de Carlitos Alcaraz es tal vez el mayor y más elocuente botón de muestra de que seguimos siendo los reyes del deporte mundial, pero no el único. He de recordar que el número 1 de golf planetario es un gigantón que nació en ese pueblo vizcaíno de los acantilados y las playas salvajes que es Barrika: Jon Rahm. Desde tiempos de Chema Olazábal y antes obviamente Seve Ballesteros no habíamos contado con un golfista tan grande. Tan grande, tan grande, tan grande, que como siga así no hay que descartar que termine superando al de Fuenterrabía y al añorado genio de Pedreña.
Más madera: la selección española de waterpolo se proclamó campeona del mundo en julio pasado. En Fórmula Uno aún no tenemos un nuevo campeón, pero no descarto que Carlos Sainz nos termine haciendo felices antes de lo que pensamos. Su progresión es imparable y cabeza y talento le sobran para lograrlo. En baloncesto he de recordar que somos los actuales campeones del mundo, que vamos bien encaminados en el Eurobasket y que a nivel de clubes contamos con el subcampeón de la Euroliga, el Real Madrid. En fútbol qué quieren que les diga que ustedes no sepan: pues eso, que no sólo lleva nombre español la Champions de este año sino que el equipo que más Orejonas se ha anotado en la historia, 14, es obviamente el Real Madrid. Carolina Marín es la Serena Williams del bádminton, nuestro combinado nacional de balonmano fue plata en el Europeo en enero y mi paisano Asier Martínez acaba de ser campeón de Europa de 110 metros vallas y es bronce mundial. La lista es interminable y podríamos estar hasta mañana desgranando triunfos de deportistas patrios.
Más allá de todo ello, resulta obligada una reflexión: ojalá el resto de los españoles nos aplicásemos esa cultura de la excelencia que ha hecho y hace de nuestros deportistas los mejores del mundo en los 22 años que llevamos de siglo y milenio. Si tuviéramos unos políticos la mitad de preparados, honrados, talentosos y currantes que nuestros hombres y mujeres del deporte hace tiempo que miraríamos por el retrovisor a los Estados Unidos, a Alemania, a Japón o a China. En deporte somos los líderes de la Primera División mundial, en política, perennes candidatos al descenso.
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