Polémica
Djokovic arremete con dureza contra Alcaraz por sus quejas: “Que haga algo más que hablar ante la prensa”
Las quejas de Carlos Alcaraz sobre el asfixiante calendario del tenis encuentran un aliado en Novak Djokovic, quien, sin embargo, exige a sus compañeros menos palabras y más unidad para forzar un cambio real en el circuito
Las quejas sobre el asfixiante calendario del tenis de élite no son una novedad, pero adquieren una nueva dimensión cuando son las estrellas emergentes del circuito quienes las expresan. Figuras como Carlos Alcaraz e Iga Swiatek han alzado la voz recientemente para denunciar una programación que consideran insostenible. El murciano, en concreto, ha criticado la enorme cantidad de torneos obligatorios y su programación consecutiva, que apenas deja margen para la recuperación de los deportistas.
Asimismo, una de las voces más autorizadas y veteranas del vestuario, Novak Djokovic, ha entrado de lleno en este debate. El tenista serbio, lejos de desestimar las críticas, comparte plenamente el diagnóstico de sus compañeros más jóvenes y secunda su visión sobre la sobrecarga de competición, reconociendo el desgaste físico y mental que provoca un circuito tan exigente a lo largo de la temporada.
Sin embargo, el de Belgrado no se ha limitado a ofrecer su apoyo a la nueva generación. Ha ido un paso más allá, lanzando un órdago y pidiendo a los jugadores que trasladen sus protestas de las ruedas de prensa a una acción coordinada y efectiva. Para Djokovic, el problema fundamental es que los tenistas no están unidos, una desunión que, según su análisis, les resta cualquier poder real de negociación.
De las quejas a la acción coordinada
De hecho, el veterano jugador ha señalado una incoherencia que, a su juicio, debilita la postura colectiva: lamentar la acumulación de torneos obligatorios para luego participar en lucrativas exhibiciones privadas. Djokovic sostiene que para poder modificar el sistema es imprescindible que los mejores tenistas del mundo se involucren de una forma coherente y unificada, predicando con el ejemplo y mostrando un frente común sin fisuras.
Por otro lado, el serbio apunta directamente a la raíz del inmovilismo: la propia estructura de poder del tenis profesional. Denuncia la existencia de lo que califica como un "fuerte monopolio" en la toma de decisiones, una barrera que impide cualquier reforma de envergadura que beneficie a los atletas en detrimento de los intereses económicos de los grandes torneos y sus organizadores.
En definitiva, el mensaje de Djokovic es rotundo y no deja lugar a dudas. La responsabilidad de transformar el circuito recae sobre los propios protagonistas, especialmente sobre las figuras de mayor peso mediático. El guante está echado sobre la mesa, y la unidad se presenta como la única herramienta eficaz para que las quejas de hoy se conviertan en los cambios reales de mañana en un deporte gobernado por una estructura que, hasta ahora, se ha mostrado inflexible.